Un pulpo bailando en un Puzzle y conejos danzando en un Pebble. Shohei Fujita y Chisato Yamano –el matrimonio detrás del estudio de cerámica Suna Fujita– vuelven a trasladar su mundo de fantasía a las piezas de Loewe. La intención no es otra que reivindicar el optimismo y la artesanía en un mundo que parece haberse olvidado de los dos.
Por Laura García del Río
Schiaparelli y Dalí. Saint Laurent y Mondrian. Versace y Warhol. Kawakubo y Merce Cunningham. Vuitton y Murakami. Los escarceos entre diseñadores y artistas llevan alimentando una relación de simbiosis entre la moda y el arte desde hace tiempo. Nada nuevo bajo el sol. Lo que hace especial el planteamiento de Jonathan Anderson, sin embargo, es su enfoque en la artesanía, tan a menudo (y tan injustamente) despreciada como una materia menor. «Tiene esta extraña connotación de que no es arte contemporáneo. Pero creo que, en el mundo actual, hemos derribado esas limitaciones. Cuando veo una escultura de Hans Coper, creo que puede ser tan poderosa como una de Giacometti», defiende el norirlandés. La artesanía vertebra la identidad de Loewe, una enseña que se aupó en el arte de hacer bolsos a mano en un pequeño taller de marroquinería de Madrid –que, por cierto, sigue operativo–, y Anderson entendió que ahí estaba su fuerte. «Cuando entré a formar parte de Loewe quise crear una plataforma que echara abajo las barreras entre la artesanía, el arte y la moda. Usar la influencia de la firma para promocionar el talento nuevo, el viejo y el olvidado», dice el diseñador. Cerrando el espacio que los separa, ha maquinado colaboraciones –más o menos mediáticas, pero siempre coherentes– con una cartera de artistas que van de la escultora Lynda Bengli al estudio de animación japonés Studio Ghibli, de Julien Nguyen a Morris & Co., y de Anthea Hamilton a Sotheby’s. Y en el proceso ha convertido la enseña madrileña en una fuerza motriz que solo en 2023 generó 810,8 millones de euros.
«Quería darle más visibilidad como disciplina, ampliando nuestro conocimiento compartido de lo que es, y de lo que puede llegar a ser», apuntala. Anderson siempre trabaja con creadores que admira, pero sobre todo le gusta colaborar con aquellos cuyo trabajo compone un universo propio que suplemente o complemente el suyo. Su elección de artistas corresponde más al deseo de gestar un diálogo que de amasar titulares. Y eso es lo que encontró en Suna Fujita, el estudio de cerámica kiotense fundado en 2005 por Shohei Fujita y Chisato Yamano. La primera vez, en 2023 –colaboración que les valió el Grand Prix en Cannes Lions 2024, los Oscars de la creatividad–. Y ahora, la segunda, en una cápsula con identidad propia dentro de la colección Holiday, a la venta desde noviembre. «Nos identificamos mucho con la postura sincera e innovadora del equipo creativo de Loewe, liderado por Jonathan», nos dice el matrimonio desde Kyoto, inmerso en la creación de una exposición de su trabajo. «Nos entusiasmó la perspectiva de descubrir un mundo que no conocíamos».
Como la moda, sus obras navegan la frontera entre lo funcional y lo artístico, entre los pragmático y lo ornamental. Y, como la moda de Anderson, buscan espolear una reflexión, pero también el optimismo. «Nuestro proceso creativo se basa en nuestras experiencias con la naturaleza y el día a día. Pasamos mucho tiempo pensando: para nosotros la creación necesita la fermentación de la memoria», cuenta el matrimonio. «Disfruto dibujando momentos memorables de mi vida personal. Mis dibujos tienen muchos elementos, pero trato de esconder escenas divertidas entre ellos que espero que la gente encuentre y les haga sonreír», cuenta Yamano. «Estamos sobrecargados de noticias desagradables en nuestra vida diaria; quiero que el mundo que representemos sea un lugar de ensueño, casi utópico, donde la gente pueda escapar». Tal vez ahora un bolso con forma de ballena o el bordado de un conejo trepando por una chaqueta sean más necesarios que nunca.
¿Qué les atrae de la cerámica como medio?
El encanto de las obras de cerámica reside en su presencia. Y esto se debe al proceso de cocción, pero aunque las hacemos nosotros, hay algo en ellas que de alguna forma existe de manera independiente, como si siempre hubieran estado allí, lo cual nos resulta interesante.
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