Joan Didion nos quiere decir algo

Una de las caras más importantes del New Journalism, Joan Didion, vuelve con sus ensayos aún no leídos en español

Joan Didion
Joan Didion

Últimamente, parece ser que la profesión de periodista está en tela de juicio. Informar objetivamente o desvanecerse con ficciones relacionadas con estas realidades suelen estar vistas como los dos extremos aparentemente irreconciliables con el que todo redactor que se comience tiene que confrontar. Sin olvidar el estilo en el lugar en el que estés y lo sesgado en el que puede aparecer el mensaje, ¿qué se puede hacer al respecto? Por suerte, este problema no es nada nuevo en la historia del periodismo y si hay alguien a la que podamos dar las gracias por hacernos la vida tan complicada esa es Joan Didion.

Fue su «New Journalism» el que puso los puntos sobre las íes de muchas convenciones del periodismo y de la escritura en general allá en la década de los 60s junto a muchas figuras igual de importantes en el mundillo de la pirámide invertida. Y da la casualidad de que la última recopilación de sus ensayos, Lo que Quiero Decir, ha salido recientemente gracias a Random House y que presenta 12 ensayos que nunca han sido traducidos al español.

Unas eclécticas memorias

A lo largo de su carrera, la escritora estadounidense ha tenido el don de describir realidades no tan apacibles y de predecir malas situaciones venideras a partir de sus observaciones, sin llegar nunca a una crítica destructiva. También es muy propensa a incluirse en lo que cuenta y utilizar memorias de estas noticias que ha vivido y esta fórmula se vuelve a ver nada más abrir el libro con su primer ensayo Alicia y la prensa subterránea, una bonita metáfora para decir que la conexión entre aquellas noticias del momento y los que las leen, soterrados a una estructura que siempre se repetía, no existe o no funciona como debería, poniendo así en valor a las nuevas tendencias narrativas, pues hay mucho más que hechos en un periódico.

De este tema tan editorial podríamos saltar al ensayo «Everywoman.com», en el que anota la obsesión que tienen algunas mujeres en convertirse en seres tan independientes les añade una gran carga encima, como si tuviesen que probar algo ante los hombres y cambiar las reglas del juego. O se puede ojear sus Últimas palabras, una disertación en la que la autora habla del control literario en una editorial y la costumbre de quedarse contando cuántas palabras ocupa su publicación, con referencias a Hemmingway, alternando entre una escritura más formal y otra más lírica. 

¿Por qué escribo?, mismo nombre que uno de los libros de George Orwell, podría ser otro ejemplo, y en él explica ese lago de imágenes y memorias que utiliza como juez para decidir cuando algo está bien escrito o no. Un banco de conceptos por los que se mueve y en el nos cuenta por qué los utiliza, quizá inspirador o simplemente sirva para que se pueda citar una frase como:

«Escribo estrictamente para averiguar lo que estoy pensando, qué estoy mirando, qué veo y qué significa».

Y estos son tres ejemplos de los 12 que hay y que te llevarán desde sus años jóvenes hasta la actualidad por sus observaciones subjetivas, pero imparciales, llevadas a cabo por un narrador estoico, pero no insensible. Random House nos trae esta genialidad junto a otros muchos libros como los de Daniel Pennac como popurrí antes de prepararse para obras totalmente revolucionarias en su momento como «The White Album» o «Slouching Towards Betlehem». Todas las observaciones que ha hecho, sus comentarios y sus previsiones te acompañarán hasta caer como lágrimas en la lluvia hasta camuflarse en afluentes de un charco que se ha consolidado con el tiempo. Tanto temas foráneos como internos son solo un comienzo para saber Lo que la autora quiere decirnos.