Lo que falta de noche, el debut de Laurent Petitmangin

Lo que falta de noche cuenta la historia de una relación deteriorada entre un padre y un hijo y de cómo el primero intenta conseguir que el segundo no se llene de odio. ¿Puede el amor de un padre perdonarlo todo? Entrevistamos a Laurent Petitmangin para conocer la respuesta.

Lo que falta de noche - Laurent Petitmargin

Seleccionada como el mejor libro del año por los estudiantes franceses, Lo que falta de noche muestra a una Francia marginada que, poco a poco, se acerca a la extrema derecha – un retrato que puede parecerse al de España. La novela es la obra debut de Laurent Petitmargin y es de gran relevancia en un momento caracterizado por el auge del odio y la incomprensión. En la obra se hacen las preguntas adecuadas, las que más duelen y las de respuesta fácil. Ha sido galardonada con el Premio Stanislas al Mejor Debut del Año, el Premio Georges Brassens y el Premio Fémina de los Estudiantes.

Lo que falta de noche narra la historia de un hombre viudo que trata de sacar adelante a sus hijos en un pueblo industrial de la región francesa de Lorena. Sin embargo, el mayor de sus hijos, empieza a pasar tiempo con grupos de extrema derecha que, unidos a una Francia del Frente Nacional y del discurso del odio, logran hacerle abrazar una ideología completamente contraria a la de su padre, quien es un sindicalista de izquierdas. A pesar de ello, su padre no puede evitar sentir amor hacia su hijo, que se va transformando en dolor, culpa e incomprensión cuando la deriva de su primogénito llega a límites insospechados.

Hemos hablado con Laurent Petitmangin para conocer más detalles de su primera novela.

LAURENT PETITMANGIN @ Pascal Ito
Laurent Petitmangin © Pascal Ito

Lo que falta de noche es la primera novela que publicas. ¿Qué te motivó para lanzarte al mundo de la literatura?

Fue un compañero de trabajo que un día me dijo que había empezado a escribir yendo en tren al trabajo, en vez de en coche. Me dijo, “tienes que ver la belleza que es coger el tren, porque yo escribo en el tren y estoy escribiendo mi primera novela.”

Unos meses después, me mostró su primera obra, que él mismo publicó, y lo vi como algo posible. La literatura no está reservada a una clase especial que vemos en televisión. Todos nosotros podemos escribir, si queremos y tenemos la determinación de hacerlo. Empecé así. Me dije, “bueno, pero todas esas ideas puedo plasmarlas en papel”, y empecé a anotar y escribir historias en papel.

¿Por qué decidiste darle ese título a la novela? ¿Qué significado tiene para ti?

El título llegó después. Además, no era el título inicial de la novela. En un principio iba a ser ‘Esta es mi sangre’. Como en misa, cuando el sacerdote muestra el vino y dice “esta es mi sangre”, en la consagración del cáliz de la sangre de Cristo. Empecé con ese título, Esta es mi sangre, y resultó que estaba tomado por otro libro que no tiene nada que ver con este. Yo necesitaba un título que hablase del libro, de los árboles, lo que falta de noche por encima de los árboles, que está basado en un poema. Al final, lo dejé en Lo que falta de noche.

Este título no tiene tanta interpretación, sino que es algo que, como en algunos cuadros de Goya, hay una escena muy clara con muchas sombras. Esa claridad se logra por la sombra que rodea a la escena. Es como si faltase la noche para ver otras cosas. Quizás tenga un aspecto más filosófico, porque, entre nosotros, hace falta un largo camino para encontrar la verdad. Quizás hay que leer la novela desde ese punto de vista. Por ejemplo, desde el punto de vista del padre, hace falta que pase mucho tiempo para que se dé cuenta de que ama a su hijo.

¿Por qué decidiste escribir sobre el amor de un padre hacia su hijo?

Quise escribir sobre la decepción ¿Es posible que haya padres que se sientan decepcionados por sus hijos? Y si es posible que los hijos decepcionen a sus padres, ¿qué aspectos tiene esto? Por otro lado, yo tenía la primera escena de la novela, cuando el padre ve a su hijo jugar al fútbol, en la cabeza. La escribí con la voz del padre en mi mente; es una voz que surgió de manera muy natural.

Decidí escribir así y, tras varias páginas, pensé en si debería pasar a un modo de narración más personal, en tercera persona. Pero no. Me gustaba esa voz personal, que no es la mía ni la de mi padre, es otra voz que encontraba interesante. Y decidí continuar la novela así.

Esa voz en primera persona aporta una subjetividad que ayuda a entender mejor el conflicto…

Efectivamente. Esto me permitía ver cosas que no hubiese visto de otra manera. El lector se mete en la piel del padre, que va descubriendo cosas y las aprende con posterioridad. Esto me permitía crear sorpresas, dramas… que el padre va descubriendo. Esto me permitió hacer el camino con él, ver cómo él iba a emplear tiempo para darse cuenta de ciertas cosas.

¿En qué te inspiraste para los personajes del padre y de Fus?

Fue algo que me vino de manera muy natural. Vi al padre y, muy rápidamente, le comprendí. En esta historia, el padre y el hijo son personajes que se presentan a lo largo de la historia y yo les acompañé en su relato. Gillou también estaba en esa idea inicial. Era interesante ver que hubiese un niño pequeño porque me permitió ver la interacción entre los tres hombres, cómo se hablan, cuál era la evolución de sus sentimientos entre ellos… El padre y Fus estaban ahí desde el primer día y, a partir de la primera escena de la novela, no tuve que pensar mucho más. Gillou, en cambio, tiene un papel diferente.

¿Y qué hay de Gillou y Jérémy? ¿Cómo contrastan con Fus y con su padre?

Son dos personajes interesantes porque hablan de varias cosas. Una de ellas es la dificultad de vivir en la zona de Lorena. Es una sensación que tiene todo el mundo en Lorena, yo también. Es una región que nos gusta mucho, pero sabemos que, si queremos progresar en nuestra carrera, estudiar… es relativamente difícil hacerlo dentro de Lorena. Muchas veces, hay que irse a París, Lyon o a otros lugares de Francia. Gillou y Jérémy ven esa dificultad y tienen que ‘expatriarse’, por así decirlo, en un momento determinado para poder progresar.

Pero al mismo tiempo, me interesaba mostrar cómo el padre no puede hacer nada, es impotente, tanto con trayectoria de su hijo mayor como con Gillou. No estaba preparado para que su hijo se fuese a París, no sabe cómo reaccionar e, incluso, tiene miedo. Quería poner en manifiesto que este padre está igualmente perturbado por el estilo de su hijo mayor y el de su hijo pequeño.

La novela tiene lugar en la región de Lorena, caracterizada por un paisaje aparentemente desloado, pero con cierta prosperidad. ¿Qué aporta eso a la novela?

Lorena es una región que es muy interesante para este libro porque es una zona que es muy cíclica, con altibajos en su desarrollo. Hay momentos en los que hay mucha esperanza, de problemas económicos… Hay una parte de desarrollo de la región y, 10 años después, vemos cómo esas esperanzas se quedan aniquiladas porque se dan cuenta de que las industrias implantadas no funcionan y hay que hacer otra cosa.  Se trata de una región que, desde hace mucho tiempo (unos 60 años, diría yo), vive de esta forma. Atraviesa distintas corrientes de optimismo y pesimismo.

Es una región muy interesante, compleja, tiene un montón de sentimientos que están en contra, los personajes tienen sentimientos contradictorios… Quería escribir el relato en este paisaje. Además, es una zona que conozco bien, vivo ahí desde hace 20 años. Pero la acción podría haber ocurrido en cualquier otra región de Francia, por ejemplo, en Versalles (donde viven los más ricos de Francia).

El papel de la mujer viene marcado por los personajes de la madre y de Krystyna que, aunque físicamente casi ni aparecen, tienen una gran presencia en todo el relato. ¿Por qué decidiste darles ese enfoque?

No lo hice de forma voluntaria. Rápidamente me di cuenta de que estos tres hombres, el trío del padre y sus dos hijos, era suficientemente potente como para centrar la atención del texto. La madre sigue ahí, es una figura muy importante, y Krystyna también tiene un papel determinante en la conclusión del relato. Es curioso y paradójico porque a las mujeres no las vemos, pero tienen un papel fundamental en la historia. Sin ellas la historia no funcionaría, no existiría en sí misma. Esto era precisamente lo que me interesaba.

Las mujeres aparecen casi como diosas que dirigen, en cierto sentido, el destino de los hombres. Esto es lo que me interesaba, este aspecto como de la antigüedad. Este es uno de los elementos que yo quería poner en la novela, el libre arbitrio: lo que podemos hacer, cómo conducir nuestra existencia, la responsabilidad que tenemos sobre la trayectoria de nuestra existencia… y ver cómo juegan ahí los elementos del destino. Son esos elementos los que se van interponiendo en la vida de los hombres.

Uno de los temas principales de la novela es lo frágil que puede llegar a ser el amor, el hecho de si un padre puede perdonarlo todo o no. ¿Cómo abordaste esto?

Yo estoy de acuerdo con esa fragilidad. Quise mostrar que, a veces, muy rápidamente, tenemos la sensación de que las situaciones se pierden. Por ejemplo, en la relación de padre y el hijo mayor, me interesaba cómo el padre tenía la sensación inmediata de que todo se había acabado porque el hijo había hecho algo inaceptable. Quería mostrar que, a medida que avanza el relato, la cosa empeora.

Pero él se da cuenta de que se equivocó, porque creyó desde el principio que las cosas ya habían llegado a lo peor, cuando todavía podían empeorar. Quería mostrar cómo todos estamos metidos en una idea falsa de que las cosas han terminado cuando no es así; hacen falta muchas otras cosas para que una situación se vuelva algo irreparable.

Ese amor parental entre en conflicto con diferencias ideológicas. ¿Cómo hace eso evolucionar a los personajes?

Creo que hay una toma de conciencia del padre, tardía, pero no deja de ser una toma de conciencia. Respecto al hijo mayor, yo quería mostrar que él es consciente de lo que ha provocado. Él es consciente de la pena que tiene su padre. Y al final volvemos a esa luz, la noche, la oscuridad… No entiende lo que ha pasado en su vida, pero hace un balance de su vida. Y lo que me interesaba de Gillou era mostrar que está dividido entre el deseo de solidarizarse con su hermano y la voluntad que tiene de salir adelante y tener éxito. Esa dualidad que tiene a lo largo de su vida desde ese momento.

La novela ha sido altamente premiada, traducida a varios idiomas y está cosechando éxito fuera de Francia. ¿Esperabas este tipo de reacción para tu primera publicación?

No, cuando uno escribe, uno no piensa en eso. Sobre todo, cuando se trata de su primera obra, el objetivo es acabar aquello que ha empezado a escribir. Este libro se escribió en unas semanas, solamente, y no pensé mucho en eso. Además, yo no he atravesado la fase de estar escribiendo, quedarse bloqueado y no poder avanzar. Escribí de una forma muy fácil desde le principio y acabé le libro enseguida.

También es cierto que la novela tuvo nueve meses de preparación y, durante ese tiempo, se empezó a distribuir a los libreros, a la prensa, empecé a recibir las primeras críticas… Además, esta novela, por razones personales, la escribí a contrarreloj. Hacía falta que el libro encontrase a su público y me ha encantado ver cómo ha ocurrido de una forma muy rápida.

¿Con qué idea te gustaría que se quedase el lector al terminar el libro?

No deseo imponer ninguna cosa a los lectores. Lo que me interesaba era poner en manifiesto que las cosas, a veces, son más sutiles y difíciles de lo que uno puede pensar en un principio. Con el personaje de Fus, traté de hacer que fuese difícil para el lector verle como algo que no le gustase, que fuese insoportable. Yo quería que el lector tuviese cierto apego, que hubiese cierta proximidad para mostrar lo que se puede pensar de las cosas y las situaciones.

No todo es blanco o negro, no quería que el lector pensase en esto o lo otro. Quería que reflexionase, qué podía pensar de todo aquello. Lo que quería era poner al lector en el medio y que tuviese que pensar sobre lo que es justo y lo que no, lo que habría hecho en una situación así…

¿En qué estás trabajando ahora? ¿Tienes otros proyectos para el futuro?

Tengo otra novela que va a publicarse en octubre de este año en Francia. Es muy distinta porque se desarrolla en Alemania Oriental, justo después de la Segunda Guerra Mundial. Es una novela de amor que trata sobre un hombre que está dividido entre dos mujeres. Él es un directivo del Partido Comunista de Alemania Oriental y se ve dividido entre el amor que siente hacia una de sus colegas, que tiene un puesto más alto que el suyo en el partido, y una joven americana que llega a Berlín para trabajar en un proyecto de la reconstrucción de la ciudad después de la guerra. Estamos hablando de dos países, dos visiones políticas y dos concepciones del mundo.

Lo que falta de noche ya está disponible en las librerías españolas.