Entrevista a Lauren Lovette

El último baile 

Llegó hace solo unas horas de Londres y dice estar en uno de esos típicos días de jet-lag, “aburriéndose” en su piso de Nueva York deshaciendo la maleta y poniendo lavadoras. Por primera vez en más de una década, Lauren Lovette no tiene la agenda llena de entrenamientos y espectáculos, así que está exprimiendo la oportunidad para hacer lo que más le gusta: dar clases alrededor del mundo buscando la excelencia en su profesión. La que hasta el pasado octubre era la bailarina principal del New York City Ballet, posición que consiguió con 23 años batiendo los récords de precocidad y convirtiéndose en un icono mediático más allá de los escenarios, se sigue considerando una principiante pese a su celebrado historial.

“Adquirí esa mentalidad cuando llegué a Nueva York, rodeada de niñas que también querían ser profesionales, y he tratado de mantenerla en cualquier aspecto vital. Solo creyéndote un pececito se consigue mejorar, sin importar la edad que tengas”, explica a White Paper By. 

La californiana, nacida en el seno de una familia creyente y hermética, defiende que sus aptitudes para el baile tienen algo de religioso. “Sé que tengo un don, que nací para ello”, alega la protagonista de más de medio centenar de ballets durante sus doce años en la prestigiosa compañía de Manhattan. Ahora, la estrella de 30 años sigue desafiándose detrás del telón, produciendo y coreografiando sus propias obras, sin arrepentirse de haber dejado en la cima de su trayectoria el puesto soñado por cualquier bailarina que se precie. Paradójicamente, la maestra solo anhela volver a ser alumna: “Quiero enseñar a mi cuerpo a hacer los mismos pasos de manera diferente”

Lauren Lovette
Lauren Lovette

¿Qué te hizo enamorarte del ballet?

Para mí bailar siempre será un escape, la respuesta
a mis problemas desde que era una niña. Siento que estaba destinada a ello porque fui bendecida con un cuerpo para poder practicarlo y trato de ser
merecedora de él con trabajo duro, sin rendirme por muy duro que sea el camino. Mis pies son fuertes
y soy capaz de mantenerme sobre mis dedos hasta
cuando no tenía siquiera el calzado adecuado para
ello. Es un don.

Es muy poco frecuente que una bailarina principal decida retirarse tan joven, con solo 29 años. ¿Qué te hizo tomar la decisión?

Para mí es más importante crecer que la comodidad.
He sido bailarina principal durante seis años, y aunque
seguía siendo la más joven del NYCB y tenía un buen
sueldo, prestigio y bailaba en el Lincoln Center, me
sentía un poco estancada. Quiero unirme a la escena
global, explorar por qué esta profesión me importa
tanto. Y tengo planes de seguir coreografiando y
produciendo más espectáculos alrededor del mundo.

¿Esa valentía te la ha enseñado la profesión?

Por supuesto. De pequeña era muy introvertida, no tenía muchos amigos porque me escolarizaron en casa y me asustaba todo a mi alrededor. El ballet me dio coraje, me forzó a salir al escenario, a enfrentarme a cosas que me aterrorizaban. Ahora puedo hablar con extraños, posar delante de la cámara o salir a bailar ante miles de personas que no conozco y darles todo de mí. Eso es atribuible al ballet.

¿Sientes que te falta algo desde que dejaste el puesto? ¿Se parece en algo a una ruptura sentimental?

No estaba segura de cómo iba a sentirme porque era mi casa, mi mundo. Cuando terminé mi última función sentí felicidad, por fin seguía mi voz interna. Desde entonces cada día ha sido una celebración. Ahora puedo viajar y moverme, los trabajos son diferentes… todo es posible, nada es seguro. Ojalá todos pudiéramos sentirnos así al menos una vez en la vida porque es precioso.

Lauren Lovette