Entrevista a Joep Beving

Ni siquiera las limitaciones técnicas propias de la videollamada disimulan una presencia física casi tan imponente como el éxito de su protagonista. Joep Beving, pianista y compositor de 46 años, se sienta frente a la cámara presumiendo de barba ingobernable, cabello salvaje y más de dos metros de altura. “Como soy muy alto tengo que ponerme en una postura complicada para poder tocar, así que trato de fortalecerla yendo a natación”, confiesa el holandés que se convirtió en 2015 en la gran sensación del streaming clásico contemporáneo.

Su música ha roto estereotipos y fronteras, atrayendo a nuevas generaciones de público y superando los 500 millones de reproducciones en plataformas digitales. Números que se verán aumentados con Hermetism, un álbum compuesto durante los meses pandémicos y con el que, tirando de minimalismo y melancolía, el gigante continuará su incansable búsqueda de la belleza.

Tengo curiosidad por saber cuál era la banda sonora de tu infancia, Joep. ¿Qué discos se escuchaban en casa?

No demasiados… Mis padres estaban muy ocupados, apenas tenían un par de discos y ninguno era muy bueno. Así que tuve que buscar por mí mismo y descubrí muy pronto el Thriller de Michael Jackson o a Herbie Hancock. A los 16 me metí en el grunge, la escena de Seattle y el punk. Yo era skater y recuerdo encontrarme un anuncio del primer álbum de Nirvana en una revista. 

Tu carrera es meteórica desde 2014, cuando con 38 años decidiste dedicarte de lleno a la música. ¿Qué encontraste entonces que te hizo dar un vuelco a tu vida?

Siempre quise estar en la música. Lo intenté en diferentes bandas, pero no funcionó y lo acabé dejando porque necesitaba dinero para alimentar a mi familia. En 2014 tocaba como una forma de terapia. Estaba muy quemado en la vida, buscaba algo a lo que agarrarme y lo único que me relajaba era el piano. Decidí confiar en la música, supe que lo que estaba haciendo por fin le daba un sentido a mi realidad. No pensé, me dejé llevar.