Fernando Vallejo plantea la sociedad en un estado de descomposición tan avanzado que solo puede solucionarse poniendo punto final a la humanidad.
Fernando Vallejo se quita la vida en plena Basílica Metropolitana causando el revuelo de sus adversarios y del país en general, mientras se escucha de fondo una canción de uno de sus referentes en la música, Cuco Sánchez. Semanas después del suceso, estalla una guerra nuclear que supone la extinción de la humanidad y de todos los seres vivos del planeta, por lo que, la única alternativa sería refundar de cero una Tierra que no entiende de géneros puesto que el sexo no tiene cabida en ella.
SINOPSIS
Entre ironías, burlas, improperios, maldiciones, blasfemias, este librito sin pretensiones hará reír a muchos e iluminará a todos los que lo lean. Trata modestamente de apresar el cambio frenético
que se ha apoderado del mundo. Su autor vive en la Luna y desde allá dispara. Es un francotirador lunático que abre fuego contra el que sea: presidentes, papas, reguetoneros, raperos, médicos…
Y con especial delectación contra las reverendas madres, perpetuadoras de la especie, su blanco predilecto. Apunta desde arriba el selenita contra sus soldaditos de plomo, dispara y van cayendo
allá abajo unos tras otros. ¡Qué puntería! ¡Qué masacre!
El discurso va alternando el momento de su muerte con la destrucción masiva que le sucede, una desgracia abismal que utiliza un tono de tragedia pero que, en ocasiones, introduce momentos cómicos. Un discurso provocador que se enlaza a la manera de conectar los diferentes temas que se tratan, un sistema que elabora una crítica sádica social.
Lo que Vallejo pretende transmitir, a través de frases que cargan con todos los poderosos, es su percepción putrefacta de la sociedad siendo las instituciones su blanco principal, a las que describe como algo monstruoso que solo pueden ser condenadas por la acción del autor.
El narrador atraviesa la ciudad de la mano de su perra Brusca y en cada paso que da se da cuenta del horror que le provoca ese lugar, el estilo de Fernando Vallejo se construye gracias su gen observador y sus dotes como escritor que le impulsan a contar lo que importa gracias a la reflexión previa.
Desde sus inicios en el panorama literario, lo urgente y lo importante van de la mano y, así como otros autores se basan en relatos antiguos a la hora de redactar, Vallejo practica una especie de habla trancsrita en la que no existe diferencia aparente entre leerlo y escucharlo. Él mismo lo explica en la obra, su objetivo es documentar la realidad de un país a través de una propuesta estética que refleja la oralidad de sus habitantes.
«Su ira explosiva es tan brillante, tan sonora, real, sincera, divertida a veces, cruel casi siempre, que su lectura es algo gozoso y tonificante». Pedro Almodóvar