La Traviata: una película encerrada en el teatro

La obra del compositor italiano muestra las entrañas del Teatro dell’Opera di Roma

La Traviata
La Traviata

Fotografías realizadas por Fabrizio Sansoni

La Traviata de Giuseppe Verdi es una de las óperas más reconocidas e interpretadas de la historia. Como tal, cada vez que se presenta en escena, los cantantes tienen que diferenciarse del resto con un signo distintivo. En el caso del Teatro dell’Opera di Roma, ha decidido que el director de cine Mario Martone realice una película de la famosa obra italiana con el fin de presentarla de una forma alternativa ante la época de pandemia en la que nos presentamos. Como gran conocedor del teatro y de la ópera, el resultado que ha querido darle ha sido el de una película de una ópera, pero con un gran énfasis en esta segunda palabra.

Camelias en el teatro

“Los espectadores no observan desde el exterior, sino que se sitúan dentro de la obra involucrándose en la acción, cara a cara con los protagonistas, chocando casi con los asistentes que acuden en masa a las fiestas en casa de Violetta”

La Traviata
La Traviata

Con esta explicación de Martone, se desvela el misterio de esta producción. Empleando todas esas partes del teatro tan extrañas para una producción como podrían serlo la platea, los palcos, el vestíbulo, el lugar de descansos o en las escaleras como los diferentes lugares dentro de la obra, esta versión de La Traviata cuenta con una sensación de ampliación del mismo microcosmos del teatro, pues ahí es donde actúan y donde adoptan todos estos roles por los que son conocidos los cantantes.

Contando con la soprano Lisette Oropesa en el papel de Violetta, Saimir Pirgu en el de Alfredo, Anastasia Boldyreva como Flora, Roberto Accurso como el Barón Douphol y Roberto Frontali como Giorgio Germont, esta versión de La Traviata promete ser íntima, próxima a pesar de ser una película, envolverte en sus escenas tan bien como si estuvieses en el mismo teatro. De la mano de A Contracorriente Films, el teatro cobra vida más que nunca entre camelias en las manos, fiestas en París y los cines de España.