La mano que canta, de Alex Reynolds y Alma Söderberg

El programa de exposiciones de Cine y Vídeo del Museo Guggenheim Bilbao apuesta permanentemente por las prácticas artísticas asociadas a la imagen en movimiento, en el contexto de las artes visuales contemporáneas.

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Alex Reynolds y Alma Söderberg, La mano que canta

El trabajo de la artista y cineasta Alex Reynolds explora constantemente nuestros modos de relación y afecto tal como aparecen encarnados en el lenguaje cinematográfico. La suele acompañar en sus proyectos Alma Söderberg, una coreógrafa e intérprete que utiliza su voz y su cuerpo para tocar el espacio como si fuera un instrumento. Su investigación en curso trata sobre cómo escuchamos mientras miramos; la relación entre el oído y el ojo. Ha basado su práctica en una serie de actuaciones en solitario en las que desarrolló una forma idiorrítmica de crear.

Al alterar las estructuras narrativas, y los ritmos, Alex y Alma juegan con las convenciones de la actuación y la narración, así como con el papel del espectador. Las artistas desafían nuestra percepción más allá del perímetro de la pantalla y el ámbito de las imágenes en esta exposición configurada por tres obras recientes de Reynolds.

En la galería principal se podrá ver su trabajo cinematográfico más reciente de Reynolds, realizado en colaboración con la coreógrafa y coproducida por el Museo Guggenheim Bilbao.

La mano que canta construye una red de gestos, voces e imágenes que conectan en el tiempo y se mimetizan siguiendo el bucle de retroalimentación entre el canto del intérprete y los movimientos de la mano. Palabras en español e inglés se intercambian en una azotea mientras vislumbramos el Palacio de Justicia en el horizonte de Bruselas. La resistencia sensorial a la fijación y la jerarquía, el enfoque en la transformación con todos los sentidos involucrados en el proceso, son aspectos clave de este nuevo trabajo.

De forma libre y minuciosamente compuesta, propone un juego lírico de correspondencias en el que los cuerpos, el paisaje y la cámara actúan juntos, en sintonía entre sí.

Alex
Palais, Alex Reynolds

¿Cuándo os ponéis en contacto por primera vez? 

Alex: En realidad cuando salió la oportunidad de exponer en el Guggemheim Alma y yo ya habíamos empezado a hablar sobre este Proyecto, La mano que canta y lo teníamos en proceso. Alma y yo hace años que nos conocemos, porque a mí me interesó su trabajo y la invite a ayudarme con un proyecto mío. A raíz de eso, nos hicimos amigas y empezamos a colaborar juntas. En realidad es una colaboración que ya no sé ni los años que dura… ¿Cuánto dura, Alma?

Alma: igual que mi hijo: cuatro años y medio

Alex: sí, cuando conocí a Alma ella ya estaba embarazada. Es una buena manera de no perder la vista el tiempo. Hace cuatro años y medio que empezamos esta conversación.

Compartíais en común que ambas querías unir elementos como la danza, la voz, la cinematografía.

Alma: es más sonido lo que temenos en común, las dos estamos en artes que, aunque son más visuales, nos hacen enfocarnos más en la parte Sonora. Alex, dentro de las artes visuales y yo de la danza, y del ritmo y música. Nos unimos por lo que igual, dentro de nuestro ámbito, es una cosa un poco específica y especial.

Alex
Alex Reynolds y Alma Söderberg, La mano que canta

¿Cuál ha sido el proceso creativo para tratar de alcanzar la simbiosis y armonía entre distintos lenguajes artísticos?

 Alex: estoy pensando en esas dos palabras, y en realidad, lo que buscábamos para la película era convivencia, evitar que nada predominase, al menos en cine hay una tendencia a pensar que la imagen se come al sonido. Nosotras buscábamos que existiese la misma atención de escucha y de mirada. Para mí es una Convivencia de los sentidos sin que uno empuje al otro. Para mí es más que imagen y sonido, es una forma de mirar al mundo. Hablo de un plano más filosófico que tiene que ver con muchas otas cosas, pero que trabajamos de esta manera.

Alma, si tuvieses que renunciar o bien a la danza o bien a la expresion oral, ¿qué escogerías?

Alex: esa pregunta es anti tu trabajo, lo deshace todo.

Alma: sí, es imposible contestar. No puedo elegir porque justo en mi trabajo, están tan unidos, la palabra no existe sin el gesto, sin el cuerpo y sin el movimiento. Incluso la palabra escrita es un movimiento. Nuestro trabajo se basa en la conexión entre los elementos, no hay compartimentos. Imagen y sonido no son construcciones aisladas, sino que se funden una en otra. Yo, desde que empecé a usar la voz dentro de la danza, coreografías con voz, ha sido un proceso de darme cuenta de todo lo que hay físico en el lenguaje hablado , el ritmo y la música, la danza dentro del lenguaje… (risas) todo el tiempo tratando de encontrar estas conexiones.

Ya colaboraste con Alex en Esta puerta, esta ventana. Compartís el mismo espacio, pero quizás no el mismo tiempo. ¿Puedo presuponer entonces que el elemento más importante es el sonido?

Alex: resalta el sonido porque es menos habitual cuando pensamos en una imagen. Para nosotras la separación de las cosas es solo una ficción, útil para según qué tipo de análisis. Para mí es importante desmontar ficciones y estructuras narrativas, y creo que la ficción es decir que hay una cosa que se llama cuerpo y otra que se llama lenguaje, cuando en realidad no es así.

Alex
Justine, Alex Reynolds

¿Crees Alex, que a través de la cámara, y tu Alma, a través de la danza, dais vida a una parte oculta o menos explorada de vosotras mismas?

 Alma: es una pregunta difícil y curiosa porque me recuerda al aspecto bilingüe de la mano que canta, inglés y castellano, y además Álex es bilingüe y yo poliglota y creo que hay alguna conexión con esto y el trabajado que hacemos. Tenemos una identidad que nos hace movernos entre diferentes modos de expresión e idiomas. Al cambiar de idioma sí que hay un juego y también es algo presente en la película. El juego entre los diferentes gestos y modos de expresión se muestra en el filme. No es una conexión en la que había pensado pero podría ser.

“Las cosas se pueden sentir pero no se ven”decías en una entrevista, Álex. ¿No crees que la intangibilidad de determinados conceptos los convierte en bellos? 

Quizá esta idea de tangible está muy conectada a lo visual, pero el sonido no es visible pero es tangible, nos afecta físicamente y genera conexiones de ritmo. Nosotras generamos vínculos que no son visibles pero que son tangibles a través de otras maneras, lo veo más como una expansión. El aspecto onírico genera apertura.

Alex
Alex Reynolds y Alma Söderberg, La mano que canta

¿Qué aprendizaje hay en las piezas que presentaréis próximamente en Bilbao?

Cada pieza, para mí, a través del experimento y el juego, es una manera de aprender. Es similar a la típica dinámica de pregunta y respuesta. También me refería al hecho de que en mis trabajos hay alguien haciendo algo por primera vez, hay algo muy bello en la primera vez que alguien escucha algo.

Alma: no contemplamos un aspecto pedagógico, es más personal. Para mí ha habido un proceso de aprendizaje que se percibe más como una conversación que se despliega.

 Tu trabajo se caracteriza por conectar danza, música y voz, ¿cuándo fue el primer momento en el que pensaste que no tenían por qué ser elementos independientes?

Alma: Todo en mi historia viene del flamenco, igual viene hasta de antes, del claqué de mi infancia. Me di cuenta, después de varios años de danza flamenca, de que quería ser coreógrafa y hacer mi propio trabajo y al entrar en el mundo de la danza contemporánea sentí que no tenía fuerza sin el sonido. Me di cuenta de que había estado siendo bailaora y percusionista era como si me hubiesen arrebatado una de las dos cosas ¿Cómo llego ahora a algo parecido? Y sustituí el taconeo por la voz, no se cómo definirlo… (risas) es una forma de expresarme

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Estudiaste en la Real Escuela de Ballet Sueco antes de partir hacia Sevilla y la Escuela de Danza de Matilde Coral para estudiar flamenco. ¿Por qué decidiste aprender sobre este arte tradicional español?

Mi padre es traductor de Lorca al sueco, entonces yo crecí escuchando canciones del poeta. He pasado muchos veranos en España, la primera vez que estuve tenía solo tres meses. La relación con el país es algo familiar. No somos españoles pero hay mucha conexión (risas). En mi familia todo el mundo es percusionista, así que España, percusión, danza… necesitábamos flamenco.

¿Cuál fue la primera producción en la que decidiste salirte de los convencionalismos?

El arte casi se define por el cuestionamiento de la pregunta y el canon. La Historia del Arte misma parte de generar referencias.

También de ver nieve, la definías como “una conversación entre yo misma y la película que me gustaría hacer en un futuro.” ¿Ha llegado ya el momento de hacer esa película?

Buena pregunta… (risas) Creo que se acerca. En ese momento quería hacer un largometraje pero aun luchaba contra los procesos que creemos que son habituales para hacer un película, también luchaba mucho con el tipo de mirada de la cámara, y necesitaba la colaboración de Alma para reinventar el modo de uso el instrumento, veo la cámara ahora como un modo de relacionar y de generar un evento.