Milton quedó cautivado por primera vez Marilyn en 1953, en una sesión para la revista Look. Desde entonces, la fotografió como no lo habían hecho antes, con el objetivo de poner fin a su imagen de sex symbol; capturas sobre la vulnerabilidad, el sentido del humor, el ingenio y, sobre todo, la extraordinaria versatilidad.
Además de convertirse en su amigo y confidente, crearon la compañía de producción cinematográfica Marilyn Monroe Productions.
Las 50 sesiones de Greene revelan un punto de inflexión poco conocido: el momento en que Monroe empezaba a controlar tanto su imagen como su vida. En la filmoteca, diferentes voces invitan a reflexionar sobre la construcción visual de los arquetipos femeninos, comentando instantáneas icónicas, como A Ballerina o The Hooker.
Marilyn se trató de rebelarse en este periodo contra el corsé de la industria cinematográfica y así convertirse en una de las presencias más luminosas del séptimo arte.