Este pequeño taller fue el embrión de lo que más tarde se convertiría en una de las casas de lujo más reconocidas del mundo. La atención al detalle y la búsqueda constante de la perfección marcaron la trayectoria de la firma desde sus inicios.
Sin embargo, la evolución de la marca no fue un proceso lineal. Tras la Primera Guerra Mundial, los caballos dejaron de ser el principal medio de transporte y la demanda de sillas de montar disminuyó. Fue entonces cuando Émile Hermès, nieto del fundador, decidió reinventar la marca. Con su visión, comenzó a diseñar maletas y otros accesorios, destacándose con una invención clave: el cierre de cremallera. Esta innovación sería solo el inicio de una serie de creaciones que marcarían la diferencia en la industria del lujo.
Frédéric Laffont nos lleva a través de los momentos más cruciales en la transformación de la firma. A través de su narrativa, descubrimos cómo los valores fundamentales de Hermès artesanía, calidad e innovación se han mantenido intactos a lo largo de los años, incluso frente a las adversidades. La marca superó crisis económicas, cambios en el mercado y desafíos internos, sin sacrificar su identidad ni su compromiso con la excelencia. Laffont narra la historia de los altibajos de la familia Hermès, mostrando cómo, a pesar de las dificultades, la firma nunca perdió su esencia.
Uno de los elementos que distingue a Hermès es la relación única que mantiene con sus artesanos. La marca ha logrado crear un vínculo cercano con sus trabajadores, quienes son considerados una extensión de la familia. Esta conexión humana y casi mística ha sido un pilar fundamental en la firma, permitiendo que cada pieza producida en sus talleres sea una obra de arte única. Laffont no solo se enfoca en la historia empresarial, sino también en esta relación personal y cercana que ha sustentado el éxito de Hermès a lo largo de las generaciones.
