La intervención ha ido mucho más allá de una simple modernización. Se ha llevado a cabo una profunda transformación espacial que otorga a los pabellones una nueva identidad. El interior ha sido reconfigurado con un enfoque que apuesta por la versatilidad y la estética industrial. Las superficies se han cubierto con pintura negra mate, lo que permite que las exposiciones cobren protagonismo en un ambiente sobrio y elegante. Las zonas de servicio y los núcleos sanitarios, por el contrario, se han resuelto en colores claros, facilitando la orientación del visitante. El hormigón estructural se mantiene a la vista, sin recubrimientos, y convive con elementos de acero inoxidable como barandillas y mobiliario, consolidando una imagen robusta y contemporánea.
Křižík Pavilions: el renacer de un ícono urbano con poder ecológico y visión de futuro
Křižík Pavilions de Praga, emblema arquitectónico con más de tres décadas de historia, renacen con fuerza gracias a una ambiciosa revitalización que combina sostenibilidad, diseño contemporáneo y funcionalidad multifacética. Concebidos originalmente como estructuras temporales para la Exposición General Checoslovaca de 1991, hoy se reinventan como un espacio urbano de alto impacto, donde la innovación técnica y el respeto por el patrimonio convergen en una propuesta poderosa: pabellones capaces de acoger desde grandes ferias y conciertos hasta experiencias culturales y deportivas, todo en un entorno moderno, ecológico y visualmente deslumbrante.
Ubicados frente al Palacio Industrial y alineados con la icónica Fuente Křižík, los pabellones fueron diseñados por el arquitecto Michal Brix como una intervención conmemorativa del centenario de la Exposición Jubilar de 1891. Aunque su vocación inicial era efímera, su utilidad prolongada los convirtió en un elemento clave del recinto ferial.
Durante más de treinta años han sido testigos de múltiples usos, pero también de un inevitable desgaste. Con el paso del tiempo, las instalaciones dejaron de estar a la altura de las necesidades actuales, tanto en lo técnico como en lo funcional.
Uno de los cambios más significativos ha tenido lugar en las cubiertas, donde el proyecto ha apostado por un enfoque radicalmente diferente al existente. Donde antes había extensas superficies de pavimento oscuro que acumulaban calor, ahora florece un sistema de cubiertas verdes que no solo embellecen el conjunto, sino que también responden a una lógica ambiental necesaria. Se ha eliminado una superficie de hormigón de más de 5.000 metros cuadrados, reduciendo el impacto térmico que contribuía al efecto de isla de calor en la zona. Estas nuevas azoteas, abiertas al público, integran vegetación intensiva, zonas transitables, una cafetería, un circuito para correr y áreas lúdicas, convirtiendo lo que antes era un espacio residual en un lugar activo y versátil.
El valor ecológico de esta intervención no es menor. Gracias a la nueva estructura de capas que integra vegetación, drenaje y materiales de absorción, se logra retener hasta mil metros cúbicos de agua de lluvia al año, lo que reduce la presión sobre la red de saneamiento y alimenta el crecimiento de las plantas.
Esta solución mejora la calidad del aire, aumenta su humedad y contribuye a crear un microclima más agradable. La vegetación también actúa como barrera para el polvo y regula el movimiento del aire, haciendo del entorno un espacio más saludable y acogedor.
Además del impacto medioambiental, la rehabilitación ofrece un enfoque social inclusivo. Las nuevas cubiertas están pensadas para ser disfrutadas durante todo el año, ya sea para descansar al sol, hacer ejercicio o compartir un café. No se trata solo de una mejora técnica, sino de una visión urbana más abierta, que prioriza el uso público de espacios infrautilizados. Esta accesibilidad convierte a los pabellones en un punto de encuentro vivo, no solo en fechas de eventos, sino como parte del día a día de la ciudad.
La renovación de los Pabellones Křižík refleja una estrategia que une memoria y futuro. Rescata el valor de un patrimonio reciente, lo adapta a los estándares contemporáneos y lo proyecta hacia nuevas formas de convivencia urbana. El conjunto ya no es solo un marco para actividades puntuales, sino una pieza activa dentro del ecosistema de la ciudad, con una oferta amplia, flexible y en sintonía con los desafíos medioambientales del presente. Así, el recinto ferial de Praga recupera parte de su esencia original, al tiempo que se posiciona como un referente de regeneración arquitectónica consciente, eficiente y profundamente humana.
