Julia Atzesberger, fundadora de Le Pure: “Hace cien años todo era ecológico y ahora hemos ido al absurdo”

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Los productos bio ya están por todas partes. Cegados por llamativas etiquetas con truco, los introducimos en la cesta de la compra imaginando un futuro mejor para nuestro organismo, que no llega. Luego cuestionamos su eficacia, sin ni siquiera habernos detenido a informarnos sobre el verdadero contenido, a nuestro alcance de un solo vistazo.

Julia Atzesberger llevaba décadas releyendo etiquetas de productos cosmética sin quedar satisfecha. Después de haber comenzado sus estudios en Biología y Medicina, decidió especializarse en naturopatía y medicina holística junto a los mejores especialistas en aromaterapia y fitoterapia en París, por lo que analizar la composición de los productos es uno de sus fuertes. Acabó llegando a la conclusión de que “La industria nos da cosas, pero no solo por innovación, sino por ganancia y por coste”. Así que, si queríaencontrar algo adecuado en el mercado, debía hacerlo ella misma.

Con 20 años, ya había creado sus primeras fórmulas y producido pequeños lotes de cuidado de la piel orgánico, pero la verdadera revolución llegó cuando se topó con la fito-cosmetóloga francesa Marie Carrasquedo, con cuatro décadas de experiencia en formulación ecológica. Nacía Le Pure, en el parque nacional cerca de los Pirineos, la naturaleza en la que la firma busca toda su inspiración y materia prima, basada en ingredientes naturales tratados solo con procesos físicos. Los productos de cosmética vegana cruelty free, como indica su etiqueta, son, además comestibles.

En Le Pure ven lógico emplear materias primas procedentes de la agricultura ecológica y biodinámica y de recolección silvestre: aceites vegetales de primera prensión en frío, aceites esenciales, extractos de plantas, arcillas medicinales y aguas florales en la dosis necesaria para crear la sinergia idónea en cada fórmula. Ingredientes que podrás detectar por su nombre en latín.

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LE PURE Julia Atzesberger - Marie Carrasquedo - Lab

Le Pure nace porque buscaba una solución para su acné, alejada de las cremas que recetan los dermatólogos. Se puso a investigar y finalmente dio con Marie Carrasquedo, ¿cómo la encontró?

La encontré a través de una amiga, que se la habían recomendado en una farmacia holística. Me pareció tan curiosos todo lo que me explicó, sobre todo relacionado con todo el cuerpo y el alimento, también las emociones. No solo la piel.

Para vosotros, cada tratamiento de piel también tiene que tener en cuenta todos los otros componentes, ¿cuáles son?

La piel es el tercer riñón, órgano de purificación muy importante. El cuerpo está interconectado, cada sistema influye en el otro así que no se puede tomar la piel como si fuese un lienzo abstracto y solo centrarse en la cara.

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Con la comida se ve muy claro: nos comemos una manzana bio y no pensamos que al día siguiente vayamos a estar más sanos. En cambio, nos echamos un día una crema y creemos que todo va a funcionar. Es mucho más complejo, desde que estamos en la barriga de nuestra madre se va formado nuestra piel, que evoluciona con los años. Muchas veces vemos alteraciones de piel creadas durante décadas. Sentido común: desde fuera tengo que aportar buenos productos que nutran la piel y que sean reconocibles por ella. De poco nos sirven los productos químicamente modificados que no penetran en la piel, o demasiado peeling.

Cuando estudiaba diseño de moda, en los años 90, todas las marcas eran con ingredientes sintéticos y químicamente modificados ¿hemos avanzado en eso?

La industria nos da cosas, pero no solo por innovación, sino por ganancia y por coste. Hace cien años todo era ecológico y ahora, en la era de supermercados y las cadenas y mejor preservado, hemos ido al absurdo. Tenemos que comer la fruta y verdura del otro lado del mundo cuando no es temporada.

La cosmética lo mismo. Evoluciona, la nívea gold cream revoluciona el mercado porque todo el mundo se lo podía permitir. Antes la gente usaba mantecas y aceite, muy natural. Y la nívea viene de grasa derivadas del petróleo y para que no se evapore el agua de la piel le ponemos una capa oclusiva. El problema es que la piel es un órgano de purificación, tiene que expulsar sus toxinas, si la embadurnas con algo que es como plástico… la piel sufre. No tiene ningún sentido.

¿Qué beneficios aporta emplear grasas no modificadas?

Se mantiene la estructura de la plante y todos sus nutrientes, grasas no saturadas. Es líquido con más de 25 grados, no tan sólidas como las saturadas. Además, cuando empleo esas grasas tan solidas hay que emplear mucha agua, al final solo es mucha agua y un 10% para el ingrediente activo. Si pagamos por ello 20 euros vale, ¿pero 100, como pasa en algunos casos? Es un engaño para las mujeres y tenemos quetener feminismo y cuestionar. Si le dices a un hombre que compre una crema de 300euros lo primero que va a hacer es mirar de qué está hecha, a ver si lleva algo tan caro.

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Julia-Atzesberger

¿Los productos para hombres mantienen la relación calidad-precio?

Los hombres simplemente no compran productos mágicos. Para las mujeres es un tema de presión, de tener que llegar a un ideal y estamos dispuestas a gastar más dinero.

Siempre que la gente se agobia yo digo: “La piel no es un órgano deficiente, es perfecta, sino el 50% de los hombres estarían muertos” Aun así, hay que matizar, porque su piel suele ser más gruesa y se arruga menos. No usan maquillaje así que tienen que hacer una limpieza menos profunda.

¿Cómo deberíamos hacer esa limpieza?

Desde luego no con jabon hiprolipídico y todo el día, influyendo en un sistema perfecto. Solo se deben emplear plantas que purifiquen del jabón.

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Vuestros ingredientes son comestibles, elaborados solo por procesos físicos, ¿significa eso que si te comieses un producto no sucedería nada?

Es para ilustrar que, aunque no son productos para comer, tienen calidad alimenticia. La gente que quiere cosmética orgánica biológica quiere estos ingredientes, que están muy cerca de la naturaleza: presión en frío, maceración… Cogemos todos los nutrientes y casi no los alteramos, solo su estructura molecular para que se conserve mejor. No hace falta que te pongas kilos en la piel, solo productos que realmente actúen.

¿Estáis probando algo nuevo?

Siempre estamos mirando nuevas plantas. También nos gusta trabajar mucho con plantas cercanas que son buenísimas. No hay que caer en la trampa del CBD, por ejemplo, hay que cuestionarse. A veces se trata de que solo hay un gran marketing detrás. Hay que entender bien el funcionamiento de la piel y nuestro ambiente.

Ahora estamos trabajando con plantas que llamamos adaptogénicas, viven en climas muy extremos y crean muchas sustancias de defensa. Sus propiedades pueden ser aportadas a la piel.

También hay que usar plantas calmantes por el estrés de la vida moderna, siempre conectados, sobreestimulación. La piel sufre y hay que calmarla.

Estamos trabajando del mismo modo la relación con el sol. Es muy importante porque en los últimos 10 años hemos dejado de tener una relación sana con él. Somos como plantas, necesitamos estar frente al sol. Durante la semana no vamos y el fin de semana nos freímos en exceso. La piel es un órgano que se tiene que entrenar, si no lo hacemos, pierde su capacidad de protección.

Queremos saber cómo se puede fortalecer la piel con protecciones biológicas.