La convocatoria referente de la comunidad artística española, organizada por la Fundación Montemadrid, ofrece una plataforma dedicada a las artes plásticas y visuales a través de una exposición que presenta el trabajo de creadores emergentes en La Casa Encendida.
En esta edición se han recibido cerca de 500 propuestas, entre las que el jurado ha seleccionado ocho proyectos de una generación de artistas con raíces diversas, cuya obra se podrá visitar hasta el día 21 de abril en las Salas D y E.
Agnes Essonti Luque y An Wei
Agnes Essonti Luque (Barcelona, 1996), artista originaria del pueblo manyu (sudeste de Camerún) y de Córdoba (España), utiliza diversos medios como la fotografía, el tejido, la instalación y la performance, para explorar las identidades afrodiaspóricas y su conexión ancestral, reconstruyendo sus propios recuerdos y ofreciendo nuevas perspectivas.
A mí de pequeñita me daban nostalgia a cucharadas es el proyecto seleccionado para la exposición de LCE. Se trata de una instalación multidisciplinar que entiende la cocina como la capacidad de experimentar, como elemento que sostiene y preserva las distintas tradiciones culturales. O, en sus palabras, “cocinar nos habla de conexión; con historias, personas, lugares, vidas, ingredientes… Cocinar nos acerca a quiénes somos. Nos brinda seguridad y confort entre tanta incertidumbre. Cocinar supone también una forma de viajar en el tiempo, trayendo sabiduría ancestral y construyendo el futuro. A la vez, cocinar (y comer) son actos que requieren de mucha presencia”.
Para ello, trabaja con fotografías, objetos e ingredientes, además de con textos, generando una confluencia de elementos orgánicos e inorgánicos. El resultado pone de manifiesto el poder de cada uno a la hora de definir las propias identidades, historias y comunidades.
Para An Wei (Madrid, 1990), la pintura es un medio, no una finalidad. Más allá de los límites del lienzo, la entiende como algo que se expande en el espacio para generar complicidad con el espectador, como si se tratase de un elemento más de la escena. Así, el interés de su actividad artística se centra en generar experiencias inmersivas basadas en instalaciones pictóricas.En este sentido, Amparo es la forma que ha encontrado de devolver al barrio de Lavapiés todo lo que éste le ha dado.
Un espacio que siempre ha estado en constante mutación, conformado por el entramado de relaciones humanas que se despliegan allí, lo conforman dando sentido a su historia, y se difumina en los enfoques históricos, demográficos y arquitectónicos.
La propuesta quiere reconocer este espacio biográfico como escenario común, como una prolongación natural de su investigación sobre el carácter fragmentario de lo cotidiano. Y se presenta como una instalación pictórica que centra su reflexión en la idea de espacio común y utiliza como objeto de estudio el barrio popular. Para materializarlo, An Wei recrea la caja de escalera de un edificio paradigmático, construida a partir de esas vivencias, recuerdos y presencias de las distintas generaciones y sensibilidades que conviven en el barrio.
Daniel De La Barra e Irati Inoriza
La obra de De La Barra (Lima, Perú, 1992) habla de la crisis de la mirada a la naturaleza, de la representación del paisaje como proceso extractivo y de los puntos de fricción que existen entre imagen, historia y modernidad. Vista a vuelo de Águila continúa así aquella investigación que inició durante su estancia en la Real Academia de España en Roma. Abordando los procesos de colonización interna en el sur de Europa durante el periodo de construcción identitaria del fascismo para revisitar los ecos que permanecen en la actualidad.
Artista y doctoranda en Investigación en Arte Contemporáneo por la Universidad del País Vasco, Irati Inoriza (Balmaseda, Vizcaya, 1992) aborda nociones acomodadas en la construcción del individuo desde su condición relacional. Mediante la experimentación con diferentes materiales, reacciona al momento histórico que vivimos repensando lo aprendido, lo pautado y lo establecido desde una posición sensitiva y afectiva.
Al final de tu cabello parte de su interés por la figura de la “lamia”–ser mitológico que vive y cuida los ríos de Euskadi–y por las capas de significado que guarda su identidad. Su trabajo tiene esta cualidad inmersiva que le permite experimentar, analizar y reflexionar sobre sus propuestas de investigación plástica. La performance encarna una acción cotidiana de la lamia: peinarse junto al agua. Y la selección de elementos que se presentan en la instalación, las algas, el agua y el cuerpo, responde al deseo de vincular los recuerdos personales y la memoria colectiva vasca, a la búsqueda de la identidad individual entre los códigos sociales pautados, el reflejo y uno mismo. El acontecimiento, registrado en vídeo, dialoga con las esculturas, que han nacido de la misma acción; son ambos ejercicios escultóricos.
Salem Amar y Raúl Silva
Por eso, la videoinstalación Dialogues [Diálogos], 2023 surge de un archivo que consta de seis entrevistas psiquiátricas, con el fin de seleccionar y recontextualizar sus estructuras lingüísticas, transcribiéndolas y posteriormente recopilando los fragmentos de estos discursos ajenos para crear una obra con un tono conexionado. En este entrelazamiento, se encuentran momentos de belleza inesperada, algunos de índole gramatical, otros estructurales, así como melodías rítmicas que emergen de la repetición.
Investigador y artista visual, Raúl Silva (1991) actualmente ejerce como docente en el Centro de la Imagen de Lima, de donde es originario. Con su obra Catch the living manners as they rise, revive el momento histórico germinal que conectó al Perú con el mundo, marcado por procesos de intercambio que fueron mediados por tecnologías lentas. Consiste en la vectorización de este sello postal para la elaboración de un vídeo de dos canales. El primer vídeo reproduce un recorrido en macro de la imagen digital vectorizada, mientras el segundo realizará exactamente el mismo recorrido del vector, pero esta vez impreso en papel. La propuesta busca plantear una oposición entre lo digital y la materialidad dentro del imaginario extractivo del guano.
Milena Rossignoli y Weixin Quek Chong
La producción artística de Weixin Quek Chong (Singapur, 1988) se inspira en la hibridez, la metamorfosis y los lenguajes sensoriales, partiendo de un contexto personal marcado por la migración multigeneracional y la adaptación cultural.
Mediante unas pieles colgantes de látex, succulentbonds/lazossuculentos aborda temáticas como la sujeción, el estiramiento, la restricción y la torsión para generar contraste con la caída, la relajación y la fluidez. Este material se obtiene de la savia de los árboles de caucho, o Hevea brasiliensis, en un ejercicio benigno de extracción para mantener con vida al árbol. Motivo por el que la obra, similar al interior de un bosque fetichista, forma un camino de gestos fluidos que se acumula en cuerpos de resina transparente, a través del olor característico de este material, orgánico y brillante, que se complementa con un sutil acompañamiento sonoro.
“Para aprender a saber caer hay que caer muchas veces, hasta que el cuerpo sepa asumir el movimiento correcto sin tener que pensarlo antes; a veces me parece que el cuerpo aprende los movimientos antes que la mente. A veces, si lo pienso mucho, no me sale”. A partir de esta idea, formalizada en el dibujo, Milena Rossignoli (Quito, Ecuador, 1990) orientó su práctica hacia la repetición.
Nómada por biografía, las medidas del mundo aparecen en su investigación como relativas y sujetas a una perpetua mutación que las hace elásticas. Para Ukemi Ushiro Ukemi, la obra que se puede visitar a medio camino entre las dos salas expositivas, imaginó lugares que se contaminan a través de su propia arquitectura. Suelos, ventanas y columnas. Dojo, estudio, espacio expositivo. Aquí se compone la tensión practicada para tratar de asumir naturalmente la coincidencia de la forma y el gesto que se presenta entre ukemi y escultura.