
Una maniática y meticulosa estudiante, nada acostumbrada a la improvisación y al último momento, se queda fuera de su casa la noche anterior a la defensa de su tesis. Y lo que le depara es locura tras locura. Es la llamativa premisa de Un mal día lo tiene cualquiera, el debut de Eva Hache en la dirección, con Ana Polvorosa como protagonista, y que llega a los cines este viernes 26 de enero.
¿Cómo nació el proyecto? ¿Qué os atrajo de él?
Ana Polvorosa (AP): El guion.
Eva Hache (EH): Bueno, en realidad el compendio de… ¡todo! ¡De las historias que lo englobaban!
AP: Lo primero la historia, el guion. Estaba muy bien escrito. Luego estaba dirigido por Eva, me parecía súper atractivo poder trabajar juntas, me daba mucha curiosidad. Y luego la peli estaba arropada por Álex [de la Iglesia] y Carolina [Bang], los productores. Todo iba de la mano.

Eva, ¿cómo es trabajar desde la comedia, ahora desde el cine?
EH: Lo primero, pensar que tenía muchas carencias, tener que aprender un lenguaje nuevo: pensar en planos, estilo visual… Cosas de las que nunca me había tenido que preocupar. Pero he tenido los mejores equipos, he estado rodeada de gente que sabe mucho más que yo, que me encanta tener gente más joven que yo.
He tenido que estar muy alerta, pendiente de muchas cosas que nunca había tenido que pensar. Pero la sensación general es de orgullo, porque de forma un tanto intuitiva he creado una película que creo que me representa bastante: una comedia no del todo convencional o blanca, que habla de temas importantes sin ser moralinesco.
Y Ana, ¿cómo es Eva Hache como directora, de cara a vosotros los actores?
AP: Pues muy buena compañera. Es generosa, te cuida, te presta atención, te escucha y te ayuda. Así tenía que ser. Yo he estado un poco solo, porque el eje era mi personaje, pero iban pasando compañeros y compañeras todo el día.
EH: No has trabajado con los mismos actores más que dos sesiones. Y las localizaciones igual, dos días máximo.
AP: Sí, era curioso, porque ellos llegaban todos los días frescos como lechugas. Buenas caras, rostros y energías… Y nosotras cansadas, de semanas.

La protagonista es una obsesa del orden. ¿Vosotras sois tan organizadas como ella con vuestro trabajo?
EH: Nos gusta tener el control hasta cierto punto. Es como la lotería, tú puedes querer que te toque, pero si no compras, no va a pasar. Hay que poner de tu parte, aunque los rodajes son siempre convulsos, hay improvisación, problemas… Pero Ana es una actriz muy disciplinada. No me imagino otra actriz que hubiese sido más delicada en el rodaje, porque físicamente pasa por una lavadora. Y solo un día de seis semanas dijo que estaba cansada.
AP: El día de la bici, pero es normal. Son momentos que los actores tenemos el compromiso de hacer lo más realistas posibles y, según qué momentos, sí que puedo ser un poco salvaje haciéndolo.
EH: Sí, la escena de huida de la policía, le decía que tenía dobles. Ella decía «No, no, lo hago yo». Y cualquier otra actriz más tradicional hubiera dejado que lo hubieran hecho otros.
Y siendo una historia tan particular, en una sola noche, ¿teníais alguna referencia como directora, actriz, que os haya servido incluso en vuestra comunicación?
EH: Hablamos de Jo, ¡qué noche!, de Scorsese, pero no queríamos un ambiente tan sórdido. Esto es más ligero dentro de todo. También pensando en que es trepidante pensábamos en El guateque o La tienda de los horrores, de Roger Corman, ese milagro rodado en 48 horas que mezcla comedia y terror. Y también, puede sonar pretencioso, pero con la acción, los especialistas y los coches… pensaba en Tarantino.
AP: También roza un poco el quinqui al final. Al final con Los Chichos, estos planos del coche… Es cine quinqui maravilloso. Es un compendio de tintes y matices que hacen interesante la peli.