Estefanía Cortés es la directora y guionista de la película Edén, un drama psicológico que se presenta como su ópera prima y que pone en cuestión temas que se esconden bajo los miedos de la sociedad pero que necesitan un espacio de reflexión. Ese espacio es Edén y se podrá empezar a vivir a partir del 28 de octubre en los cines de España.
Cortés se diplomó en dirección de cine en la Escuela Septima Ars de Madrid. Su trabajo empezó en los departamentos de dirección y guion de distintas productoras hace más de una década. Ha realizado proyectos como El Instante Decisivo (Atresmedia), Otros Mundos o Porvenir (Movistar). Posee el título de escritora y directora en los cortometrajes Moiré protagonizado por Inma Cuesta, Yerbabuena con Ingrid Rubio y Miss Wamba con Ruth Díaz.
Sus obras han sido seleccionadas y premiadas en festivales como el Festival du Court Métrage Clermont-Ferrand (Francia), Nashville Film Festival (EEUU), Foyle Film Festival (UK), el Festival de cine de Zaragoza o la Semana de Cine de Medina del Campo. Conversamos con ella sobre su nueva creación.
Edén es la ópera prima de tu carrera, como guionista y directora, ¿qué retos te has encontrado al llevarla a cabo?
Han sido años intentando levantar la financiación. Es verdad que la temática no es fácil, no es lo mismo intentar conseguir financiación para otro tipo de películas más livianas. Pero sí que he tenido la ayuda de mis productores durante todo el proceso, la productora Montreux y otras que se fueron sumando junto a Televisión Española. Ha sido un recorrido largo porque la realización tiene que ver con intentar hacer un cine que no necesariamente es complaciente, que es el que hay que hacer y que al final lo he hecho con la mayor de las alegrías.
Sabemos que antes habías dirigido cortometrajes, ¿encuentras diferencias notorias en la realización del uno y el otro?
Hacer una película que sea coherente de principio a fin tiene su complejidad; esto sumado al tiempo que requiere, son las mayores diferencias que encuentro con el cortometraje. Considero que Edén tiene una voz particular en cuestión de tratamiento, posee una atmósfera, un tempo muy concreto y, al final, todos los actores están en el mismo código, en la misma película.
¿La idea surgió a raíz de una noticia que leíste en la que un grupo de personas en Japón habían quedado para suicidarse colectivamente?
Sí, me resultó curioso que un grupo de personas necesitarán un contacto al final de sus vidas. Fue la semilla, el punto de partida que me pareció interesante desarrollar. Pensar quiénes podrían haber sido esas personas, cuáles eras sus razones. De ahí, los temas sobre el suicidio, la eutanasia y la libertad individual comenzaron a rondar por mis pensamientos.
En algunos personajes se presenta claramente el debate sobre la libertad de elección, ¿cómo quisiste representar este tema?
Para hacer la película tuve un trabajo de documentación importante durante mucho tiempo. Así encontré diferentes puntos de vista, versiones de gente que defienden el hecho de no sostener el dolor. La película no entra a valorar si las cosas están bien o mal. Me interesaba plasmar los diferentes puntos de vista y luego que el espectador desarrolle sus propias conclusiones al respecto. Para mi era importante que uno de los personajes defendiera la posibilidad de decidir sobre su vida, independientemente de que al resto del mundo no le pareciera correcto.
Edén es un término que asociamos con paraíso, ¿el título tiene que ver con ponerle fin al sufrimiento de una manera dulce?
Absolutamente, porque al final lo que te está proporcionando Edén es una muerte deseada y digna. Para mi era muy coherente este título para un espacio que está rodeado de vida, de naturaleza. Esto me parecía muy interesante porque otorga ese contraste que intento jugar durante toda la película. Tanto en que es un lugar en el que deciden morir, pero está rodeado de vida; como en que es una propuesta un poco oscura en cuanto a tratamiento, pero está llena de luz, es un espacio abierto, acristalado y luminoso.
El suicidio y la eutanasia, ¿cuál fue la intención detrás de la dicotomía de estos temas?
Son temas que están sobrevolando la película todo el tiempo y creo que uno es más tabú que el otro. Era muy arriesgado tratarlos; no quería ser, de alguna forma, discursiva. El hecho de que sea tabú tiene que ver con el miedo, pero a su vez, la película sirve para que se hable de ello y eso me parece positivo. Creo que es necesario conversar sobre esto, aunque de miedo, la gente necesita mucha conversación y diálogo sobre la muerte.
Al no querer ser discursiva, ¿habéis tenido que gestionar el efecto llamada?
Me parece importante recalcar que esto es una ficción y como tal se debe ver y entender de esta manera. La función dentro del arte, la literatura o el cine es, entre otras cosas, hablar de temas que puedan resultar incómodos y creo que en este caso he apostado por temas tabú en vez de obviarlos. Para ello, no he querido dar mi punto de vista, me parecía interesante darles voz a cuatro personajes con puntos de vista sobre la vida diferentes. Quise llevar a la pantalla reflexiones y preguntas que me hacía mientras escribía, rodaba e, incluso, mientras editaba; y que me sigo haciendo.
Son cuatro personajes que representan unos tópicos comunes frente a la muerte, ¿qué representan para ti?
Creo que todos los personajes reflexionan sobre cosas que todos nos hemos planteado. El tema del suicidio es algo que genera mucho miedo a nivel social, sobretodo expresarlo. Pero todos nos hacemos cuestionamientos respecto a la muerte, todos tenemos miedos, dudas… sobre lo que nos parece bien, lo que nos parece mal, sobre nosotros mismos, lo que haríamos nosotros si no viéramos en cierta tesitura.
¿Las diferencias entre ellos es fortuita?
Para mí era importante que hubiera diferencia entre unos personajes y otros, que tuvieran distintas edades, estructuras sociales y experiencias. Me parecía vital para contar lo que quería y no quedarme reducida a algo muy pequeño. De esta manera los espectadores van a reconocer algo que conocen en alguno de los personajes. Así, cada persona que ve la película puede empatizar.
Algunos motivos quedan abiertos en la película, ¿por qué?
He intentado dar pequeñas pinceladas a lo largo de la película, no quería ser absolutamente explícita. Para mi era lógico presentar unos que pudieran dar a conocer sus razones porque representa la perspectiva de aquellos que tienen la decisión madurada y pueden ser transparentes; frente a otros casos movidos por la culpa y los tormentos. En el segundo, no era coherente que contaran sus males porque es precisamente eso lo que los lleva a estar ahí.
¿Cómo te imaginas al espectador atravesando Edén?
El espectador tiene que ser parte de la película, es interesante que Edén no de todas las respuestas. Mi propuesta es que ellos creen la historia.
¿Estás satisfecha con el resultado?
Hacer cine es una exploración, es investigar y exponer temas que nos interesan, creo que yo he incluido los míos, así que estoy muy contenta. Ha sido un trabajo muy introspectivo e íntimo y me parece que he tenido los mejores actores que se podían tener.
“Al final he hecho una película que creo que a mí me gustaría ver en el cine”