Stephen Jones
“Mis primeros clientes eran estrellas del pop, un sombrero puede convertir a una persona normal en un icono.”
Por Ana Pérez
Desde Rhiana a Madonna, Mick Jagger o su gran amiga la Princesa Diana, muchos han confiado en las creaciones del sombrerero Stephen Jones.
Nos acercamos con el placer de ver sus creaciones ’23, así como la colaboración con G-Star RAW donde la alta costura se encuentra con el denim artesanal.
Muchas gracias por su tiempo y por responder estas preguntas para White Paper by. En primer lugar, enhorabuena por su trayectoria en un mundo tan complicado y a la vez apasionante como el de los sombreros. Es bastante complicado tener un rato con usted, parece que las grandes casas de moda no le dejan ni un minuto, ¿qué significa para usted trasladarte a los diferentes universos de cada diseñador?
Es difícil compaginar el tiempo porque sólo hay 24 horas en un día, pero tengo unos equipos estupendos en Londres y París, y cuando entro por la puerta me convierto en esa casa.
Todos sus diseños y propuestas en las últimas pasarelas son increíbles. Personalmente, ¿disfruta más de propuestas más arriesgadas como Schiaparelli o Moschino que de diseños más conservadores?
A veces, los diseños conservadores son un desafío aún mayor, porque ahí lo importante son los detalles.
Volviendo a sus inicios, ¿por qué decidió empezar a hacer sombreros? La verdad es que resulta algo inusual.
No sabía que quería hacer sombreros, fue pura casualidad que conociera a sombrereros y me intrigara su carácter y el amor por su arte y su oficio.
¿Cree que fue de gran ayuda poder desarrollarse en una época en la que la expresión de la moda y donde la música eran tan importante en Londres como es el final de los años 70 y 80?
La música ha sido una importante influencia en mi carrera, del mismo modo que los videojuegos lo son ahora. Para mí, la música me transporta a otro lugar.
¿Qué le atrajo de esa época? ¿La recuerda con cariño?
Por supuesto, cuando tienes 19 o 20 años eres una mezcla de nerviosismo y arrogancia, lo mismo que todo el mundo. Sin embargo, en aquella época sentíamos que estábamos creando nuestro propio mundo, porque ningún otro mundo resultaba lo bastante interesante.
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