Por Joaquín Jesús Sánchez
Estamos conversando pocos días antes de ARCO. ¿Interrumpo tus preparativos?
Realmente, nunca he preparado nada para ARCO. Siempre he presentado algo de lo mostrado durante el año anterior, un adelanto de las próximas exposiciones o una combinación. Por ejemplo, los Rubell compraron un cuadro que se había mostrado en la galería. En ARCO siempre he trabajado como en casa: expongo en todas mis galerías (como hago en Art Basel) porque quiero que las cosas me sucedan en mi barrio. En Paris+ o Frieeze London, en cambio, solo doy un cuadro a una galería.
Trabajas con galerías varias notables, lo que supone exponerse frecuentemente a un público muy heterogéneo. ¿Cómo organizas el trabajo para llegar a todo?
Para mí lo prioritario son las exposiciones, que se complementan con las participaciones en las ferias. Intento que las propuestas expositivas sean diferentes, por eso hago un máximo de tres al año.
¿No son muchas?
Bueno… cuando uno trabaja todos los días…
Claro, pero se te tienen que ocurrir cosas nuevas.
La pintura es una disciplina lenta. Un pintor desarrolla en su carrera cinco o seis ideas. Miras a Cézanne o a Philip Guston: puede haber un salto en su forma de hacer, pero al final todo está interrelacionándose a una cámara muy lenta. No tenemos, por ejemplo, la agilidad del arte conceptual. La lentitud de la pintura es intrínseca a la propia técnica: hay momentos de secado que puedes aprovechar para la reflexión o para la preparación de otras obras, pero por mucho que quieras acelerar tienes que respetarlos. Incluso contando con un equipo.
A ojos del público, puede parecer que una exposición es igual a la otra, pero si se miran las cosas de cerca y se analizan, uno se puede dar cuenta de esa evolución. Es que… nadie se plantea lo que hay detrás de un cuadro cuando lo ve.
Con tu pintura ocurre algo curioso: aunque parezca muy inmediata está muy calculada. ¿Te interesa provocar esa pequeña confusión entre la apariencia de la obra acabada y la realidad de su proceso?
Ya me ocurrió con mis primeros cuadros figurativos, que tenían relación con las vanguardias o con ciertas referencias históricas de la pintura española. Creo que en su momento se malinterpretaron estas referencias, se tomaron de una manera muy literal y un poco naif. Eran una crisis de identidad hecha cuadro, un cuestionamiento de por qué tienes esas referencias y qué te configura como individuo o como artista. Nunca he tenido el afán de hacer un revival, aunque sí me ha atraído mucho el expresionismo abstracto, ya sea en su versión alemana o americana. Creo que nunca he entendido muy bien esa estética: no soy de esa generación, no he compartido esas vivencias, etcétera.
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