Patrizia Sandretto “Una exposición funciona como un ágora, un lugar para observar, aprender, reflexionar, discutir y entrenar ideas”.
De cómo una licenciada en Economía y Comercio (por la Universidad de Turín, concretamente) se convirtió en una de las mayores coleccionistas, mecenas y activistas del arte contemporáneo. De cómo lo descubrió aquella niña que creció entre obras clásicas y decidió hacer de él su profesión, su pasión y su vocación. De cómo acercarlo luego a un mayor número de personas porque, en realidad, el arte contemporáneo nos involucra a todos: no solo capta, expresa y transmite el espíritu de una época, sino que forcejea con conceptos y conflictos que son los nuestros. A grandes rasgos esas líneas dibujan la trayectoria de Patrizia Sandretto.
Esta italiana, que ama España y la tiene por su segunda casa, está al frente de la Fundación Sandretto Re Rebaudengo (FSRR) desde 1995. Tiene dos sedes, la del Palacio Re Rebaudengo de Guarene d’Alba, una maravillosa residencia del siglo XVIII ubicada en las colinas cerca de Turín, y la que se abrió en 2002 en esa misma ciudad, un centro expositivo desde donde lleva a cabo las novedosas estrategias, colaboraciones y producciones que caracterizan el trabajo de la FSRR y que explica con detalle en esta entrevista.
Patrizia Sandretto, cuyo interés por el arte contemporáneo nació en el trato directo con los artistas y al calor –¡al frío tantas veces!– de los estudios, no espera a que le lleguen noticias de tal o cual corriente, sino que las descubre y va a buscarlas, habla con los protagonistas, les pregunta…
La curiosidad está detrás de su nueva forma de hacer y vivir el coleccionismo. Hace años se fijo en España, en Madrid, como posible destino para una nueva sede de la FSRR y está en marcha, desde 2017, a base de exposiciones temporales, nómadas. Falta una ubicación, pero la veremos. No tiene prisa de hecho, lleva la lentitud en su personal definición del arte contemporáneo, pero tampoco pausa.
¿De dónde viene su interés por el arte contemporáneo?
Crecí entre cuadros antiguos y antigüedades. En
1992, durante un viaje a Londres, descubrí el arte
contemporáneo. Ese viaje fue fundamental; marcó la
diferencia. Visité muchos museos, galerías y, sobre todo, empecé a conocer a los artistas, a visitar sus estudios y a establecer una auténtica relación con muchos de ellos. Conocer directamente a los creadores me abrió todo un mundo nuevo y así fue como empecé a coleccionar arte contemporáneo.
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