Entrevista a Leticia Sala

Leticia Sala es una observadora fiel de la realidad y luego una escritora. Nació en Cataluña, España, y traduce en el papel lo que percibe. Empezó a confabular historias acompañadas de fotografías en fotolog y las detuvo en el tiempo hasta que llegó el auge de Instagram. Para el momento, le parecía una forma espontánea de dejar salir las palabras que empujaban sus dedos prolongados y delicados, una manera de mostrar su visión del mundo.

Cuenta que, para entonces, Internet era un lugar aún sin explorar, un espacio que no había generado los códigos que existen hoy en día. Por eso, tuvo la fortuna de exponerse sin miedo y dejar que esa ilusión de libertad de expresión la motivara lo suficiente como para soltar sus palabras al vuelo. Reconoce que ahora las redes se han “toxificado” y por ello recurre al lugar de siempre, el papel, para poder escribir las zonas más grises de la condición humana. Es por lo que, Los Cisnes de Macy´s es un acto de amor importante en el que llena las páginas de relatos que atraviesan la experiencia vital y transcurren por el abanico de colores de aquello que nos hace más humanos.

Entrevista a Leticia Sala

Se hace natural identificarse y sentirse partícipe de los mundos que describe Leticia Sala. Utiliza el lenguaje de la cotidianidad, uno que cada vez más se mezcla con el uso de la tecnología. Maneja con destreza las nuevas nomenclaturas y encuentra la manera de que una historia, un tweet, un reels o una app puedan estar inmersas en la belleza de la prosa. Su literatura reivindica a una generación sumergida en las redes, otorga un lugar desde el cual admirar el encanto de las nuevas formas en las que interactuamos y sentimos.

Leerla es una suerte de pausa en esta realidad tan acelerada y un encanto poético de la aparente vanalidad que nos acompaña. Sus frases resuenan al punto en el que se hace necesario escribirlas en una libreta o tomarles una fotografía para tener la certeza de que podremos recurrir a ellas en caso de necesitarlas.

Los relatos de Los Cisnes de Macy´s habitan en diferentes espacios. Reconoce, casi a modo de teoría personal, que hay ciudades extrovertidas y otras introvertidas, ciudades que te muestran lo que son nada más estar allí, como Nueva York o París; y ciudades que requieren una segunda lectura, como Miami. Su interés por diseccionar los lugares la ha inspirado literariamente y hace transitar a los personajes que crea en ellos.

Este libro es un juego entre lo vivido y lo imaginado de Sala que termina transformándose en sincronías que unen a la escritora y el lector en un acto simpático y profundo. Conversamos con ella para descubrir qué hay detrás de Los Cisnes de Macy´s y de una autora de manos refinadas, elegancia particular y voz sublime.

Leticia Sala

Estudiaste y ejerciste la abogacía, ¿cómo fue el momento en el que decidiste dejarlo y pasar de defender historias en un despacho a defenderlas en los relatos que creas? ¿Te parece justa esta analogía?

Me parece precioso, no había pensado en eso. Sí, en el fondo es súper interesante porque desde que empecé a estudiar derecho y luego, incluso, llevé ese error hasta el final… todo el rato me daba mucha pena soltar esa idea porque la elección de carrera la hice por el motivo que tú acabas de mencionar. Cuando veía en una película a una persona defendiendo a otra había algo muy emocional y físico que me atragantaba.

Creo que es interesante seguir ese sentimiento, en esto soy bastante romántica. Intento trabajar en lo que me mueve porque es la única forma de hacerlo bien y de ser exitoso. Hay una parte romántica y una funcional, están entremezcladas. Pero es verdad que ya estando en el meollo me pregunté si realmente me satisfacía. Era una manera de ayudar a una persona, pero con la carencia de estar involucrada en las emociones. Me gusta intentar captar aspectos de la condición humana y no lo tenía tan consciente. Cuando lo acabas descubriendo y lo plasmas en el papel para lanzarlo al mundo esperas la respuesta hasta ganar el juicio invisible.

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¿Cuándo fue esa fractura en la que decidiste dejarlo y dedicarte a la escritura?

Fue en detrimento, la primera vez que lo probé fue en el primer trimestre de la carrera en el cual, ya en diciembre, había suspendido todas las asignaturas porque no me gustaba nada. Recuerdo que fui a hablar con mi profesor de filosofía sobre el porqué había empezado la carrera de derecho. Me dijo que sabía que iría y que, la verdad, no me veía ahí, pero que no tenía nada que decir.

Por falta de coraje en ese momento y por no ver esto a mi alrededor, me quedé. Porque al final el entorno te condiciona, simplemente que alguien cerca de ti esté haciendo algo parecido y actúe como un faro. Yo pensaba y decía que era imposible ganarme la vida con algo relacionado a la escritura. Pero me iba agarrando a cosas, había una clase de retórica y de literatura en mi carrera que eran una suerte de alivio, ahora era obvio a dónde pertenecía. Fueron, en parte, miedos, juventud y falta de buena asesoría.

Luego trabajé en Nueva York y era totalmente abogada, me dedicaba a la parte empresarial. Llegué a un nivel de desconexión impresionante, la disociación entre lo que estaba haciendo y lo que era estaba tan polarizado que llegué a tocar fondo absoluto. En un momento dado, de un día para otro, lo dejé.

En los agradecimientos de tu libro anterior, In the real life, se encuentra una frase en la que dices: “ahora este libro pasa a ser vuestro…” Tus escritos van de la mano con esta aseveración, pero también dejan una parte tuya muy desnuda. En los relatos de Los Cisnes de Macy´s, ¿estás dibujada? ¿Qué significa para ti abrir tu vulnerabilidad a los demás?

Yo creo que para mí es la única forma de escribir. Al final, si tú haces un verdadero ejercicio de conexión con lo que te mueve, me parece muy difícil no escribir desde ese lugar. Luego supongo que puedes escribir desde un lugar mucho más racional, pero me pregunto la valía de ese texto. Estoy pensando en historias que a mí me han conmovido mucho y poseen esto en común, escritos de Lucía Berlin, Jon Didion, Alice Munro, Annie Ernaux. Es decir, toda la literatura que me resuena viene de mujeres que hablan desde ese lugar que te comento, uno muy emocional y profundo.

En cuanto a la vulnerabilidad, hay muchas cosas de realidad y ficción que tienen que ver un poco con la desnudez, pero es que para mí la literatura está siempre por encima de eso. Es como el debate de la realidad versus la ficción, la literatura lo eleva. Acaba dando igual cuánta desnudez hay en la autora y cuánta no. Porque al final, pensando en el tiempo, cuando ya no existamos, ¿qué pasará? ¿Esta desnudez habrá importado? Quizás lo que habrá importado es la historia que acabó siendo.

Es curioso porque no tengo ninguna sensación de desnudez. No voy por la calle pensando en que reconozcan aspectos de mi vida. Puedo pensar que sabrán que mi perra se llama Greta o que vivo en Barcelona, pero más allá de eso no tengo la sensación de que mi intimidad está expuesta. No lo respondo como algo definitorio porque es una reflexión que hago conforme hablo contigo.

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En tu prosa da la sensación de que utilizas un lenguaje muy común, términos de esta generación, ¿cómo se conjuga la cotidianidad y la tecnología dentro de tus letras?

En lo cotidiano está todo, es un poco la catapulta que te lleva a la idea. Importa muchísimo lo que tiene sentido dentro de lo cotidiano y, desde luego, ahí también están las redes. Forman parte de nuestra generación y conforme las generaciones mayores vayan dejando de existir, la tecnología estará impregnando todo. Es interesante que, en un momento dado, no se hablará de redes y cotidianidad como algo separado.

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¿Cómo es el proceso de escritura de Leticia Sala? ¿Cómo surge su inspiración?

Creo que todo el mundo miente mucho cuando responde en dónde encuentra la inspiración, porque no lo sabemos. Si lo supiéramos, todos estuviéramos ahí, “chupando de la fuente”. Entonces, no se exactamente cómo se inicia mi proceso creativo, pero hay una parte de ese proceso muy espontáneo que es cuando te viene la idea como un rayo en cualquier momento, ahí me doy cuenta. Siempre recomiendo escribirlo en ese mismo instante, no confiar en que lo vas a recordar luego.

Esa semilla es la que probablemente suelto en mis notas del móvil por ser lo más cercano y a partir de ahí viene un momento mucho más serio y racional que es el de sentarme en la mesa, coger esa idea y de alguna forma desgranarla, deshilacharla, desarrollarla, extenderla, matizarla… es un trabajo mucho más rutinario, muy de escritura y reescritura.

¿Cómo te das cuenta de que un objeto es tan cautivador que merece ser descrito o narrado?

Lo relaciono inevitablemente con lo de la inspiración, es muy difícil explicar dónde y cómo se encuentra la belleza. Justamente el primer borrador del relato Los Cisnes de Maycys, fue en un taller de escritura. Recordando un poco el contexto, estaba comparando las lámparas flos con las lámparas de cisnes de Macy’s. Recuerdo que hubo un señor del taller que me dijo: “es interesante que menciones esas lámparas porque las he buscado en Google y son igual de horribles que las otras que mencionas”.

Haciendo descripciones te arriesgas a que pase esto, a que el lector de pronto se separe de la escritura porque no le ha parecido bello lo que a ti te ha parecido bello. Pero ahí está el riesgo y el pacto entre el escritor y el lector. Estará esa persona que se dirige a buscar la lámpara y habrá otra que simplemente lo considere un detalle y continúe. Me encantaría saber cómo los lectores se han conectado con las cosas que a mí me parecen bellas, entendiendo que esto es muy relativo. En el fondo, lo más poderoso es la imagen que el lector crea con lo que el escritor le da, ese es el pacto. La escritura es poderosa justo por eso.

¿En qué momento decidiste crear un libro de relatos como Los Cisnes de Maycys?

Yo había escrito unos relatos porque llevaba tiempo estudiando esta forma de narrar. Llegó el momento en el que hablé con la editorial sobre la posibilidad de armar un libro de relatos y ahí empecé a unirlos. No los he querido concebir con una sola temática o un determinado género, ni de ficción ni de memoria.

En la presentación del libro en Madrid, Elisa Levi veía despedidas y rupturas como la temática que los atravesaba. Me pareció muy interesante porque quizás hablaba de algo más profundo en mí, de ese miedo a la destrucción, la ruptura o la pérdida que siento enormemente; quizás sean los motores que llevan a que me apodere de un tema o de un personaje y no de otro, pero esto lo digo como un tal vez. Los Cisnes de Macy´s habla de maternidad, amistad, amor… pero son etiquetas que han venido después. En realidad, yo sabía que quería escribir este libro y conforme terminaba una historia pensaba en la temática que más me estaba removiendo por dentro y me iba por ella.

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¿Podríamos decir que la temática de Los Cisnes de Macy´s es la condición humana?

A mí me gusta escribir sobre la condición humana y esto incluye millones de cosas. En el momento donde tú intentas casarte con un solo tema, estas haciendo un ejercicio racional de solo ir hacia eso. Yo no he querido hacer ningún ejercicio racional a la hora de seleccionar, reescribir o empezar a crear. Por eso ha habido una disparidad, pero la disparidad es muy humana. Si hubiese tenido la obligación de escribir sobre la maternidad, me habría quedado con aquellos cinco relatos que tocan tangencialmente ese tema y hubiera tenido que escribir veinticinco más para formar un libro de relatados sobre la maternidad. Pero esto no era lo que me apetecía, por eso la novela es un género que todavía no he explorado, es un formato que te condiciona hacia un tema en particular donde los personajes avanzan.

¿Qué papel juega la maternidad en este libro?

La maternidad ha supuesto para mi un cambio enorme. Ha significado cosas preciosas, pero también otras muy duras que me han permitido, casi obligado, a explorar la oscuridad. Creo que eso ha sido súper importante a la hora de escribir, porque quizás yo venía de un lugar más ingenuo, se entiende mucho en el relato Doula. La maternidad, a nivel literario, me ha permitido descender a la oscuridad y entiendo que puede sonar extraño porque es paradójico; parece que debería ser lo contrario, pero no lo es, realmente todo es mucho más ambiguo, mucho más gris… pero estoy contenta, no sé cómo me hubiera atrevido a hacerlo de otro modo, igual habría encontrado otra experiencia para escribir, pero en mi caso ha sido así.

 

Creo que esta idea de la maternidad tiene mucho que ver con el patriarcado, era muy necesario preservar ese mensaje “blanco” de la mujer relegada en el rol de madre, por eso le prometieran que en ese papel iba a encontrar su todo. Y puede ser así, pero tiene muchísimas sutilezas y matices. Al final siento que nuestra generación está intentando crear un diálogo más complejo, un diálogo en el que se coloca a la persona en un lugar más inteligente. Que yo diga cosas “malas” de la maternidad no es sinónimo a creer que la maternidad no vale la pena, en lo absoluto, es que yo, como mujer, te pongo en un lugar en el que eres capaz de captar toda esa información y tomar una decisión libre.

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¿Tienes otro proyecto en mente?

Ahora mismo estoy feliz. Yo pensaba que después de publicar Los Cisnes de Macy´s estaría un poco más en modo “no creativo”, intentando llenarme de cosas nuevas. Como dice Lola, la abuela de mi marido: “tú lo que tienes que hacer ahora es recoger”, pero no pensaba que quisiera recoger tan rápido. Ya hay cosas que me inspiran, estoy en el canal creativo aún y me hace ilusión porque no me lo esperaba, pensaba que iba a ser un “post parto raro”.

Los libros nunca te traen lo que estás esperando, por mucho que intentes anticipar que le vaya bien o mal, que te traiga esto o lo otro, que gusta a esta gente o esta otra… es un ejercicio de salto al vacío porque lo lanzas al mundo y de pronto pasan cosas inesperadas. 

Si tuvieses que quedarte con tres objetos durante toda tu vida, ¿cuáles serían?

Me quedaría con un pañuelo que me regaló Pau, mi marido, en un cumpleaños, al que le tengo muchísimo afecto; lo he perdido muchas veces y luego lo he recuperado. Luego una pulsera que me regalaron mis padres en otro cumpleaños y nunca me he separado de ella. Por último, una piedra que me regaló una amiga para que me diese fuerza, la llevo muchas veces, me acompañó al parto.