La arquitectura de Ángela García de Paredes, una profesión en la que hay que saber ponerse en la piel de quién habitará esa estancia
El Teatro Valle-Inclán de Madrid, el Conservatorio de Coímbra o el Museo de Almería son algunos de los trabajos en los que la arquitecta Ángela García de Paredes ha estado involucrada. Se graduó en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid en el año 1983, y en 2015 consigue su doctorado en la Universidad Politécnica de Madrid.
Gracias a sus proyectos ha conseguido reconocimientos tan importantes como el Premio de Arquitectura Española 2007 y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2014 y con los premios Europan, AR+D Architecture Review Awards entre otros.
La arquitecta se hizo cargo del estudio de García Paredes junto a Ignacio García Pedrosa en 1990. Este mismo año, ambos fundaron el estudio Paredes Pedrosa. También ejerce como docente en las universidades tanto de Granada como Barcelona, Navarra y Madrid. Aquí Ángela e Ignacio son profesores del Departamento de Proyectos Arquitectónicos. Además, colabora con otros muchos centros educativos, como la GSD Harvard, el Politecnico di Milano o la universidad de Sao Paulo, donde participa en conferencias o sesiones críticas.
¿Cómo se inició en el mundo de la arquitectura?
Mi infancia estaba inmersa en la arquitectura, un padre arquitecto – José María García de Paredes -, un abuelo materno arquitecto – Germán de Falla -, eran muchos los arquitectos con los que nos relacionábamos… También se respiraba un ambiente artístico y musical por mi madre, Isabel de Falla, impulsora de la Fundación Manuel de Falla. Este ambiente sin duda condicionó mi formación, aunque inicialmente no pensaba ser arquitecta. Me interesaban la historia del arte, la literatura y las matemáticas. Con el tiempo me di cuenta de que, la arquitectura aunaba estas materias que son las facetas que más me atraen de la arquitectura: la mirada hacia el futuro de las arquitecturas de otros tiempos, la inmaterialidad del espacio construido, la búsqueda racional de cuestiones intangibles y la precisión de las herramientas de representación. Más adelante descubrí que la arquitectura nos proporciona espacios para vivir mejor.
Ha diseñado desde conservatorios hasta museos, ¿cómo se adapta a cada tipo de edificio?
Hemos proyectado desde auditorios y museos a bibliotecas y vivienda social. En cada caso es necesario ponerse en la piel de las personas que habitarán esa arquitectura, recorrer el edificio mentalmente como los diversos usuarios de esa arquitectura, pensar en cómo altera ese edificio la vida de otros edificios que hay alrededor. Un arquitecto debe ser un afinado observador de la realidad y debe dar forma a las necesidades con las herramientas y con el conocimiento propios de la arquitectura. En palabras de Paul Valéry: «Yo soy quién imagina lo que deseas, pero con un poco más de exactitud que tú».
¿Cómo nació Paredes Pedrosa?
En 1990, tras haber colaborado Ignacio Pedrosa y yo con mi padre durante casi una década, Paredes Pedrosa surge de una manera natural con el sedimento de aquellos años de aprendizaje profesional. Pero tal vez, Paredes Pedrosa se había iniciado mucho antes, en la Escuela de Arquitectura de Madrid, por azar, pues Pedrosa era el siguiente por orden alfabético de la lista y compartimos desde entonces estudios y proyectos.
También ejerce como docente, ¿cuál es la idea principal que trata de transmitir en sus clases?
Soy profesora de Proyectos Arquitectónicos y debo enseñar a hacer un proyecto, tarea poco reglada ni sistemática pues los proyectos deben atender numerosos condicionantes materiales e inmateriales y también está condicionados por cuestiones propias de la persona que proyecta. Procuro enseñar al alumno las herramientas que a mí me son útiles al proyectar, las referencias, la escala y dimensión… y fundamentalmente enseñar que la arquitectura que hacemos es para otras personas y que se hace con la economía de otras personas. También es necesario transmitir que no la acomete una sola persona, que es una actividad coral en la que se necesita un equipo. La necesidad de colaborar con diversas disciplinas y con distintas personas hace imprescindible que, aunque lentamente, se haya transformado nuestra manera de trabajar, desde aquel antiguo arquitecto/autor que proyectaba en solitario.
¿Considera que ha tenido alguna dificultad en su carrera por ser mujer?
Personalmente tal vez he disfrutado de una posición privilegiada, al trabajar por cuenta propia y en un entorno familiar, en la que ser mujer no ha sido un obstáculo. Sin embargo, no es así en la mayoría de los casos en los que aún, pese a las ayudas, se arrastra un silencio hacia el reconocimiento de la mujer profesional o un temor a la reducción de su productividad por una posible maternidad. Y esto es cierto, compaginar maternidad y profesión es una tarea inmensa en unos momentos en los que la mente se parte en dos. Lo bueno de este asunto es que pasado el tiempo no sólo se recupera la capacidad, sino que se fortalece. La sociedad debe contar para mejorar necesariamente con la energía esa mitad de la población que somos las mujeres y este esfuerzo de todos se recupera con creces.
¿Cuál cree que es el lugar que ocupa la mujer dentro de la arquitectura?
Ha pasado el tiempo del siglo XX en el que nombres como Ann Tyng, Natalie Griffin de Blois, Raili Pietilä o Hannie Van Eyck se silenciaban. O mujeres con una obra extraordinaria adelantada a su tiempo, como Charlotte Perriand, han tenido que esperar para ser reconocidas por ellas mismas y no por ser colaboradoras o esposas. Desde que estudié arquitectura, entonces una carrera técnica mayoritaria de hombres, hasta ahora con la mitad del alumnado mujeres, ha cambiado mucho la consideración hacia la mujer arquitecta. En nuestro privilegiado mundo europeo la actitud de las jóvenes arquitectas es absolutamente diferente a la de aquellas pioneras de la arquitectura y seguramente estas generaciones si escribirán sus nombres de mujer en la historia de la arquitectura.
Tiene algún mensaje para aquellas mujeres que quiera iniciarse o que ya formen parte del mundo de la arquitectura?
La arquitectura es una profesión para todas las personas, en las que el género no es relevante. La mujer tiene ahora leyes, en las que debe apoyarse, que antes eran impensables y que afirman que hoy somos parte de una sociedad necesariamente igualitaria sin discriminación. La reflexión debe ser la misma para aquellas personas que quieran hacer de la arquitectura su profesión que tiene siempre una faceta de formación continuada, siempre estamos aprendiendo porque la sociedad cambia y trabajamos para ella. En este momento, la continuidad con el pasado y el proyectar sobre la que ya existe ha ampliado nuestra actividad más allá de la nueva construcción lo que implica más aun ser un sensor de la realidad existente.