El icono incombustible

La firma relojera Frederique Constant, sinónimo de la relojería Swiss Made de lujo más democrática, continúa explorando las posibilidades de la mítica colección Highlife que lanzó hace más de dos décadas. La correa integrada que puede cambiarse en solo unos segundos es una de las particularidades que convierte sus relojes en diseños contemporáneos y versátiles.

Por Carlos Megía

1999 fue el año en el que Michael Jordan se retiró de la NBA tras ganar su sexto anillo, series tan icónicas como Los Soprano o El Ala Oeste de la Casa Blanca emitieron sus primeros capítulos y las salas de cine se llenaron de espectadores que aún hoy rinden culto a películas como El club de la lucha. Pero más allá de doce meses de lo más prolíficos para la cultura pop, el último año del siglo XX, en el que la llegada de un nuevo milenio también despertó cierto nerviosismo colectivo, supuso un antes y un después en ámbitos tan distintos como la historia de la relojería contemporánea. Aquel fue en el momento en el que vio la luz la colección Highlife de la firma Frederique Constant, un hito más que reseñable para los amantes de la relojería Swiss Made de lujo a precios asequibles, santo y seña de una casa que ya es símbolo de una sofisticación democrática que se adapta a cualquier estilo de vida. 

Frederique
Frederique

Dotados de un diseño único, los primeros modelos de la colección Highlife se distinguían por su brazalete integrado a la caja y un diseño muy relojero, fiel a la definición de belleza de la relojería suiza tradicional. Su éxito no tardó en enriquecer la propuesta un año más tarde con un tourbillon y la emblemática abertura de la casa Heart Beat –que desvela el movimiento de su maquinaria– para integrar después un calendario perpetuo, un cronógrafo o un movimiento manufactura, así como diseños femeninos. Los logros acumulados hicieron de la colección un imprescindible para la maison Frederique Constant, que no dudó en relanzarla en 2020 ofreciendo en cada reinvención de su catálogo novedades que mantienen y actualizan el espíritu exquisito y la cuidada estética de sus comienzos.

Frederique Constant, que despliega su know how fabricando en la comuna suiza Plan-les-Ouates, en Ginebra, cuna de la alta relojería, apuesta por piezas que encarnan valores como la artesanía o la asequibilidad y defienden el diseño pensado para la vida diaria. Esos son los pilares que definen los nuevos modelos de la colección: Highlife Perpetual Calendar Manufacture, cuya esfera se ha teñido de azul noche por primera vez este año; Highlife Worldtimer Manufacture, el inseparable de los más viajeros; Highlife Heart Beat y Highlife Automatic COSC.

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