David Bailey: el sello del instante

Los rostros que aparecían cuando la música callaba 

Texto: Pilar Gómez Rodríguez

El retrato icónico de Bob Marley, los Stones contoneándose por Avebury Hill en 1968, la espléndida Grace Jones para The Sunday Times, el trompetista Dizzy Gillespie con los mofletes a punto de estallar en una sesión de 1981… Todos los retratos llevan la marca del instante que constituye el sello del legendario fotógrafo David Bailey. Y hay más. Patti Smith, Miles Davis, Duke Ellington, Paul McCartney y muchos de los rostros que han marcado el ritmo de la música de los últimos sesenta años forman parte de la muestra Bailey: Vision and Sound, que se puede disfrutar hasta finales de enero en el londinense 45 de Park Lane. 

“No es la cámara la que hace la foto; es la persona», ha declarado en alguna ocasión Bailey. Efectivamente, ese es su método, porque él fotografía con todo, con sus comentarios, sus movimientos, estableciendo complicidades hasta envolver al personaje en un ambiente que le hace estar cómodo, posar sin pose… Voilà. Y no se trata de un mero, efímero intercambio. A lo largo de las últimas seis décadas, Bailey ha entablado una amistad duradera con muchos músicos, a los que ha inmortalizado en toda su exuberancia y a su manera. El resultado es una colección de obras que han influido y marcado la cultura visual de la música de varias generaciones.

David Bailey
© David Bailey
David Bailey
© David Bailey

Nacido el 2 de enero de 1938 en North Leyton, al este de Londres, David Bailey tuvo muchas dificultades en el colegio, debido a lo que tiempo después descubriría que era dislexia. Años más tarde le estaría agradecido. En el libro autobiográfico Look again, editado por Pan Macmillan, escribió: “Sin mi dislexia, todo habría sido distinto. La dislexia añadía humillación, aunque yo no sabía que eso era humillación. Nadie sabía nada sobre dislexia o dispraxia. Simplemente me decían que era idiota (…). La dislexia me enseñó a no preocuparme por lo que la gente pensara de mí”. 

El caso es que la escuela no era para él y la abandonó pronto. A los 15 años estaba fuera y sin haber cumplido los veinte se alistó en la Royal Air Force, para ver mundo. Y lo vio a través de sus cámaras. La primera la compró mientras estaba destinado en Singapur. Tras contemplar la fotografía de Henri Cartier-Bresson, Srinagar, Cachemira, un evocador retrato monocromo de un grupo de mujeres musulmanas rezando en un lugar sagrado mientras el sol se eleva tras el Himalaya, se decidió a ser fotógrafo. 

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