El rosal blanco plantado bajo el dormitorio de Jacobo I ha trepado por el muro hasta sobrepasar las ventanas del primer piso … el magnolio, cercano al Salón de los poetas, ha crecido casi hasta el tejado y soporta su masa de flores como un gran candelabro … El suelo es fértil y maduro. El jardín ha sido jardín durante cuatrocientos años.
Por Bernardo Laniado-Romero
Vita Sackville-West escribió estas líneas en su libro Knole y los Sackvilles, publicado en 1922. En estas pocas frases se adivina la esencia misma de quien las escribe. La tierra, una tierra de antaño, a su vez rica y productiva, es el eje central del relato. Invoca la propiedad ancestral como fuerza vital a lo largo de los siglos. Knole House, el palacio familiar en la campiña inglesa donde nació y creció, fue sin lugar a duda el suelo fértil de donde brotó su identidad.
Poetisa, novelista y jardinera, Vita nació en 1892, durante los postrimeros años de la era victoriana en Knole House, Condado de Kent, al sureste de Londres. Descendiente de una antigua familia aristocrática, tuvo también como abuela materna a Pepita, una bailarina malagueña, con quien se identificó tal y como es evidente en la biografía que más tarde escribiría sobre ella. Vita, por su parte, creció como hija única inmersa en un mundo de fantasía del que escribía compulsivamente desde temprana edad. Su entorno la nutría y le servía de escenario e inspiración para sus obras teatrales y novelas caballerescas inspiradas en alguno de sus ancestros cuyos retratos la rodeaban.
Knole House no es una casa prodigio más, como se les llama a los palacios de la campiña inglesa. Sobresale por su historial, por su tamaño y por tener una magnífica colección de mobiliario jacobino de gran calidad y procedencia. En sus inicios, a mediados del siglo XV, Knole fue patrimonio de sucesivos arzobispos de Canterbury. Durante el reinado de Enrique VIII pasó a ser uno de sus cotos de caza preferidos. A lo largo de su separación matrimonial de Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, vivió ahí María Tudor, su hija. A principios del siglo XVII, pasó a ser propiedad de Thomas Sackville, I conde de Dorset. Fue éste quien, al remodelarla y acondicionarla, le dio el aspecto que en gran medida aún conserva. Catorce generaciones de los Sackville, hoy en día Sackville-West, han vivido entre sus muros hasta la actualidad.
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