El discurso feminista lleva unas décadas ganando fuerza y voz, pero Carmela García estaba mucho antes de que se configurasen nuevos conceptos que quizás no engloben la idea que ella tiene de este “activismo”. Carmela solo lucha por los derechos humanos, por lograr la igualdad entre todos que aun escasea. Por eso, ha buceado entre sus series históricas, junto con nuevos proyectos y producciones audiovisuales, en una reflexión sobre el papel de la mujer en la sociedad patriarcal.
Empezó a mostrar sus obras al público en el año 1998, y desde el principio ha creado interrogantes entorno a la imagen de la mujer en la sociedad. Su método de investigación fotográfica ya le hizo recibir a principios del nuevo siglo el premio revelación PhotoEspaña. Seleccionada en el 2005 entre los cien mejores fotógrafos españoles en la lista elaborada por Exit, ha recibido el Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid recientemente.
La muestra de la autora lanzaroteña aterriza en Santa Engracia entre febrero y mayo, comisariada por Margarita de Aizpuru y con ella se dispone a reconstruir el mundo desde un punto de vista feminista, donde las mujeres se encuentren liberadas de encorsetamientos y clichés.
Autora de utopías es un obsequio, una selección de escenas que constituyen en sí mismas una utopía, no solo por la historia que esconden, si no por las mujeres que hay detrás de ellas. Por ejemplo, en Chicas, deseos y ficción, ubicada en la planta baja, Carmela ha intervenido sobre reproducciones fotográficas antiguas de su propia colección, que muestran a mujeres que realizan distintas actividades en diversos lugares, que tienen en común el afecto que se muestran.
La fotógrafa también reflexiona sobre planteamientos ecofeministas en la selección de fotografías de la serie Paraísos (2002-2005) y la proyección Espacio de silencio (2004). Propone un universo futuro en armonía y respeto, encuentro de las mujeres libres con la naturaleza.
Como novedad, se puede ver su nueva producción audiovisual, Seres equívocos (2020), un mediometraje audiovisual en torno a la figura de Victorina Durán (Madrid, 1899-1993), así como los tres volúmenes de su obra autobiográfica en los que narra su vida, su biografía más íntima y sus relaciones homosexuales con otras mujeres.
¿Cómo afectan el concepto de la utopía a cómo vemos nuestro momento presente? ¿Qué se necesita para tener una utopía ahora?
El título se refiere a mujeres que han sido capaces de crear no randes utopias, sino más privadas y domésticas, relacionadas con su propia existencia, que ha hecho que se conviertan en utopias o que se conviertan en autoras utópicas.
¿Qué entiendes por utópico?
En teoría es algo que no puede existir. Te pongo un ejemplo: una de mis autoras es un personaje que es una mujer pintora y emos encontrado a través de un trabajo de investigación toda una producción pictórica que, sin ningún tipo de objetivo profesional, ella desarrolló y jamás expuso. No conocemos su trayectoria pero sí su obra. Ella desarrolla una utopía, pero personal
En 2018 participaste en la muestra colectiva Biotopías, que trazan una respuesta estética a la problemática ambiental mundial, ¿que conexión encuentras entre tus obras y el medio ambiente?
Mucha. Siempre me ha interesado expresar, a través de mis fotografías, la relación del individuo con el entorno, como una necesidad de redefinir el paisaje. En mis fotografías aparece mucho el paisaje urbano pero también el natural, y precisamente una de las autoras de utopías, un proyecto que tiene que ver con un planteamiento de la sostenibilidad muy precoz, de los años 40. La pieza se llama La casa solar y es una historia de una científica, María Telques, que trabajó con temas de calefacción solar, trabajaba en EEUU.
Me gustaba mucho su proyecto porque ella hizo en los años 40 una casa solar que se alimenta 100 porcien de esta energía. Me llamó la atención que la arquitecta era una mujer y que quein había puesto el dinero para el proyecto era también una mujer, una escultora: eso también es para mí una utopía, tener un proyecto cinetífico con colegas mujeres. Esa casa en la actualidad existe pero no llegó a funcionar. Me baso también en la idea de mujeres que se juntan para hacer proyectos juntas
En el texto Vivible. parábola polifónica sobre la proyección queer de Frederikke Hansen (y cinco amigas) Ane plantea una pregunta “¿ofrece el film la misma mirada que yo, como mujer, quiero dirigir a otras mujeres? ”*¿Crees que las redes sociales han afectado en la necesidad de crearse una referencia propia?
¿Qué es proyectarse? ¿Buscar referentes? Te proyectas en otro porque es una referencia, luego proyectarse sería buscar las referencias.
No se hasta que punto definirse no es una limitación. Cuando nos definimos mucho estamos poniéndonos límites. Creo que es muy interesante la indefinición, hay un ámbito enorme de libertad y de transformación. No somos lo mismo hoy que al siguiente día. Mantener una libertad interior de permitirte corregirte te limita.
Las redes sociales al final generan una máscara de lo que hay que ser o de lo que se supone que tenemos que transmitir de nuestra vida. Eso al final nos hace ser menos libres.
Las chicas se apoderan del espacio público y muestran el privado, en Chicas, deseos y ficción (1998). Han pasado más de 20 años ¿cuáles son las mayores diferencias que encuentras?
Al cabo de hacer ese proyecto se legalizó el matrimonio igualitario y yo me preguntaba ¿y ahora que voy a hacer? Era un poco ridículo todo. Las cosas cambian pero hay aspectos internos… hay muchas chicas que ven mis exposiciones y me hablan de lo bien que les vino verse representadas de una forma clara.
Aunque el contexto ha cambiado, la muestra no ha perdido su vigencia…
Es cierto. La necesidad de verse representado sigue existiendo y aunque hayan pasado 20 años, también sirve a modo de testimonio. No soy yo quién para decidir si sigue vigente o no, pero yo creo que sí. Tenemos que pensar en otros lugares, nos miramos mucho el ombligo porque somos occidentales. En otros lugares del planeta te pueden hasta matar por enamorarte de otra mujer. Hay cuestiones en las que, si ampliamos un poco nuestra percepción, vemos que hay temas divergentes que se deben seguir mostrando. 20 años después siguen pasando cosas similares, las chicas jóvenes tienen aun problemas con el género o la representación del género.
Con la globalización se han unido diferentes comunidades ¿Son el autocuidado y el cuidado colectivo mutuamente dependientes?
Sin saber cuidar de ti misma no puedes cuidar de nadie (…silencio…) Está todo dicho, es así, es una máxima
¿Qué verdades crees que faltan en los feminismos actuales?
Ya solo decir con pensar en “feminismos actuales” se me abre un abanico tan grande que no lo abarco… abarcan todas las facetas del ser humano, llegan incluso al ecofeminismo, cuestiones de sexo y género… no sabría decirte qué echo en falta.
¿Y referido al egocentrismo de occidente al que te referías antes?
Ya hay feminismos que se ocupan de eso, lo que pasa es que muchas veces no lo sabemos. Hay colectivos que trabaja con todas estas cuestiones. Yo me quedo de todas formas con el término de antes, “feminismos”, es un concepto que surge de la trampa del patriarcado que hace perder bastante fuerza al feminismo. Es algo que excede a su propio término, son derechos humanos, ya desde ese punto de vista entra todo y todos.
Mientras armabas esta antología, ¿hubo algo sorprendente? ¿Alguna conexión extraña o encuentros inesperados?
Esta exposición es una ofrenda, comenzó a surgir cuando estaba acabando el proceso creativo. Con toda la situación tan compleja que estamos viviendo, también ha sido muy complicada la producción, y cuándo me pregunté por el real sentido de este proyecto, supongo que todos nos lo planteamos sobre nuestras actividades…a menos que seas médico o poeta. Adquirió entonces el sentido de ofrenda para el público y al universo. Ese sentimiento nunca lo había tenido con mi trabajo.
¿Cuál ha sido el mayor desafío durante la creación del proyecto?
TODO. Desde el minuto cero, todo en general, cayó incluso la gran nevada…