Arquitectura humana

Por Iñigo de Amescua

Si hay una disciplina del conocimiento humano que se desarrolla en el centro de la vital discusión entre el cuidado del entorno, el bienestar social y el espacio compartido esa es la arquitectura. Profesionales, instituciones e, incluso, empresas, se han situado en la vanguardia de la búsqueda de soluciones innovadoras, tanto en lo conceptual como en lo práctico, con el objetivo de elaborar proyectos que abran nuevos caminos aprendiendo de las tradiciones locales, adaptándose a cada lugar y persiguiendo la creación de espacios sostenibles e inspiradores en un sentido amplio. Materiales, tecnologías, enfoques, experimentación… se dan la mano en el trabajo de premios Pritzker como Wang Shu, Francis Kéré o Lacaton y Vassal. También en el trabajo del taller mexicano Arquitectos Artesanos que aspiran a “hacer arquitectura que nazca del lugar, de la gente, de la tradición, de la sabiduría de los abuelos, de materiales locales, del conocimiento de las nuevas generaciones y también la tecnología”.

Laila Cordero, su coordinadora, nos cuenta, en esta entrevista cómo arquitectura, arte, oficio y servicio “nacen bajo la misma ánima, como necesidad orgánica, como las plantas y sus flores van de la mano. La sabia arquitectura vernácula nos lo enseña. Los abuelos hacían arte de manera natural, al estar en comunión con el entorno”.

¿Cómo integráis la relación con las comunidades y los usuarios en vuestro enfoque arquitectónico?

Mi estado Oaxaca, el lugar donde nací y aún vivo, no tiene un carácter industrial como el que se impone en otras regiones del país. En este territorio se hablan dieciséis lenguas originarias, un testimonio de su biodiversidad. Lo artesanal, sigue siendo un pilar fundamental en la vida cotidiana, un testimonio palpable de nuestra historia y cosmovisión. Sin embargo, el sistema de consumo, con su avidez infinita, se va propagando por todos los rincones del estado. A pesar de ello, la admiración por lo artesanal, por la riqueza de nuestras tradiciones, sigue intacta, especialmente entre los turistas que visitan este rincón del mundo.

Poco a poco, surgen iniciativas locales, en pequeña escala, se empieza a ver el interés de los jóvenes por rescatar y entender los sistemas constructivos originales, esos que nos hablan de una sabiduría antigua. No es difícil convencer a aquellos que están más cerca, a los futuros habitantes de lo que creamos. Al hablarles, al hacerles ver lo que hay detrás de cada forma, de cada espacio, se logra que comprendan, casi sin quererlo, el valor de lo que se les ofrece. Y no sólo lo entienden, sino que lo promueven, se convierten en defensores de ese bien invisible que les transforma, sin que siquiera se den cuenta, en todos los aspectos de su vida, simplemente por habitar esos lugares donde la arquitectura habla de otras cosas, de otros tiempos.

¿Qué papel juega la arquitectura vernácula en vuestro proceso creativo? 

El periodo en el que brindamos apoyo a mujeres campesinas para la construcción de sus viviendas nos permitió descubrir un aspecto cultural fascinante en su lengua regional, el mixteco. En este idioma, cada parte de la casa tiene asignado un nombre específico relacionado con el cuerpo humano, de modo que la vivienda es percibida como un ser con ojos, cara, columna, costillas, espalda, corazón, entre otros componentes. Este hallazgo nos maravilló en totalidad, descubriendo así el compromiso y la profundidad de la responsabilidad que implica nuestra labor.

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