Anne Rothenstein: “Con la edad llega una cierta intrepidez”

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La pintura sigue siendo un misterio para Anne Rothenstein, una artista que crea por instinto, dejando que la obra tome su curso a lo largo del proceso. Su misión es escuchar lo que este va pidiendo hasta alumbrar, de alguna manera, el cuadro. Tiene una concepción del arte y de su arte muy característica y la desvela en esta entrevista. 

Por Pilar Gómez Rodríguez

El círculo de su pintura se cerró después de haberse dado una vuelta por el mundo. Anne Rothenstein nació en 1949, en una familia de artistas y creció en un pueblo de artistas: Great Bardfield (Essex), era prácticamente una comunidad de artistas. ¿Qué hizo entonces? Intentar no ser artista. Tras una leve incursión en la Camberwell Art School en los años sesenta, abandonó esa carrera para explorar otras vías. Se dedicó a la escritura y publicó algunos cuentos… Entonces entró en juego la casualidad y esta quiso que se dedicara a la interpretación. Durante una década trabajó como actriz y, sería actriz, pero también una persona inquieta e insatisfecha. Algo fallaba o algo le faltaba… No se detuvo, siguió buscando y volvió a encontrarse con la pintura. ¿Sería capaz aquella vieja conocida de transformarse en un nuevo amor?

Bueno, por lo pronto se transformó en profesión, algo que no había ocurrido anteriormente y que ya es bastante. De hecho, es mucho; muchísimo. Desde principios de los 80 comenzó a pintar a tiempo completo, a descubrir cosas de sí misma… A principios de los 90 tenía lugar su primera exposición individual y desde entonces ha expuesto en solitario y sin descanso cada dos o tres años, además de en un sinfín de exposiciones conjuntas. En 2024, por ejemplo, Rothenstein expone en solitario en Charleston, Sussex (Reino Unido) y Stephen Friedman Gallery, Nueva York (Estados Unidos). Otras exposiciones individuales recientes incluyen la sede londinense de Stephen Friedman Gallery (2022) y Beaux Arts Gallery, Londres (2021). Una muestra conjunta con Irina Zatulovskaya tuvo lugar en Pushkin House, Londres, en 2018. Más allá de lo estrictamente pictórico, además de ser académica de la Royal West of England Academy, Anne Rothenstein diseña desde hace más de un década portadas para The London Review of Books. 

Sobre sus cuadros afirma no poder extenderse o escribir mucho “porque no tengo mucho que decir sobre ellos”. Significan algo, claro, pero el significado es algo que viene después de haberlo pintado, no antes, “no los pinto para que tengan un significado”, se lee en una declaración muy interesante sobre su trabajo que recoge su web (https://annerothenstein.co.uk/). En ese mismo texto confiesa que le encantaría saber más sobre cómo trabajan otros artistas, sus métodos, sus medios. Ante la disyuntiva, óleo o acrílico, ella es más de óleo: “soy un poco esnob con el acrílico, es un plástico, le falta complejidad, es demasiado limpio”. Y quiere saber cómo empiezan otros pintores, “si utilizan una paleta de madera o de papel desechable (a mi elección) o directamente de grandes latas. Qué colores eligen…”. Echa de menos cierto “cotilleo sobre pintura y pintores. Rara vez leemos sobre ellos en los periódicos, a menos que hayan muerto, hayan ganado un gran premio o sean muy mayores e inevitablemente mujeres, ya que sólo las mujeres con talento consiguen haber sido despreciadas durante tanto tiempo. En la mayoría de los demás ámbitos artísticos leemos sin parar sobre las rutinas, influencias, gustos y aversiones de escritores y otros artistas; músicos, intérpretes, cantantes, ahora todos se llaman artistas”. No podemos estar más de acuerdo. Queremos saber esas cosas y más sobre la vida, sobre el cómo trabaja, sobre cómo se siente Anne Rothenstein respecto a sus tiempos y respecto al tiempo que le ha tocado vivir. Vamos y se lo preguntamos. Esto es lo que nos contesta.

Usted nació en un ambiente artístico, pero llegó tarde a la pintura. ¿Cree que fue algo así como un destino irremediable más que una vocación siempre latente, a la espera de ser descubierta?
En realidad no llegué tarde. Empecé haciendo un año en la Escuela de Arte, pero era una niña de los años sesenta y en aquella época había de todo. Se me presentó la oportunidad de participar en una película y trabajé como actriz durante los diez años siguientes, pero no me satisfacía y poco a poco volví a pintar, así que sí, creo que fue un «destino irremediable», como usted dice.

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Anne Rothenstein portrait