Por Stephan Janson
Nacida en París, de padres emigrantes—su madre es española y su padre vietnamita—creció en una familia unida, feliz y cariñosa. Ya desde niña destacaba en la escuela, y siguió destacando en la Escuela de Bellas Artes, donde estudió arquitectura, pero su verdadera pasión era el ballet. Tampoco le faltó talento como bailarina en la pista de baile del famoso club nocturno Palace, donde llamó la atención del refinado fotógrafo David Seidner, quien supo al instante que quería trabajar con ella para una campaña de Alta Costura de Yves Saint Laurent que iba a fotografiar unos días después. Las fotos resultaron ser una de las mejores interpretaciones de la prestigiosa marca y a día de hoy son consideradas legendarias. Combinando atracción, gracia, elegancia y exotismo, cada imagen transmitía la conexión entre Duong y Seidner.
Ha trabajado con los mejores fotógrafos de moda del mundo, ¿diría que le atrae la fotografía?
La verdad es que no. Utilizo la fotografía para tomar apuntes para mis cuadros. Me gustaría explorar el cine.
Creo que un cuadro son muchas imágenes, como una película, capturadas todas a la vez en el mismo fotograma. Se necesita mucho tiempo para contemplar un cuadro. Creo que por eso me interesaría hacer películas.
Algunas de las fotografías más bellas de Sybilla son suyas, ¿qué significó para usted su obra?
Diría que reflejan mis raíces españolas. Pasé la mayor parte de mis veranos cerca de Valencia con la parte española de la familia de mi madre. Allí aprendí a disfrutar de la vida. De niña teníamos una gran sensación de libertad, corriendo por los pueblos con muchos amigos, aprendiendo el idioma, divirtiéndonos… Allí me di mi primer beso y empecé a salir a bailar a discotecas con mis hermanas. España siempre estará en mi corazón. A los 15 años ya quería irme a vivir a España. Quizá lo haga ahora.
Cuando Sybilla llegó a la escena de la moda fue como revivir todos estos recuerdos. Su trabajo tiene el drama y la estética española y al mismo tiempo cuenta con una simplicidad muy natural. Llevar su ropa me hacía sentir muy española.
Como pintora, ¿qué le han aportado la moda y el ballet?
Todo está en mis cuadros. El ballet me enseñó el lenguaje del cuerpo. La moda, el poder y la magia de la ropa. La interpretación, el drama…
Todo lo que he hecho me ha influido y ha alimentado mi arte, todo está en mi obra. Haber trabajado delante de la cámara me ha ayudado a entender cuál es la mejor pose para mis retratos. Me ayuda a entender mejor el esfuerzo que supone posar.
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